La carga de la Diva

Las aventuras y desventuras de la Diosa Odiosa, vida de milagro, y otras historias de The Eclectic Library...

lunes, mayo 01, 2006

El día de los trabajadores

Hoy es el día de los trabajadores y se supone que es festivo. Digo se supone porque hay mucha gente que trabaja hoy. Yo no, claro, porque sigo sin encontrar trabajo.
Hace menos de un mes fue el día de la mujer trabajadora y ahora toca así, en general, para todos los que trabajan.
España es el quinto país con menor productividad por trabajador de la Unión Europea. Pero nuestro horario laboral es el más largo de Europa. La media es de once horas más al mes y, a pesar de ello, los salarios españoles están un 25% por debajo de la media europea. Trabajamos hasta casi la noche, prácticamente todo el día y los turnos partidos crean paréntesis de hasta tres horas. Si a eso se le suma la congestión del tráfico, la falta de flexibilidad de los horarios y la amplitud de los horarios comerciales, nos encontramos con el dato de que los españoles pasan más tiempo dedicados al trabajo que otros europeos, o yendo hacia el trabajo.
Claro, así no hay tiempo ni para el ocio ni para el descanso y mucho menos para favorecer relaciones de comunicación sana en las familias. Sin tiempo para dormir ni para relacionarse con los demás se reduce la productividad y nos convertimos en líderes europeos en los accidentes domésticos, laborales y de tráfico.
Hay una Comisión Nacional de Horarios que ha iniciado una campaña para que se racionalicen los horarios laborales, se reduzcan las pausas de la comida y se pueda fializar la jornada entre las cinco y las seis de la tarde, un horario mucho más europeo.
Es el día de los trabajadores y yo no tengo trabajo. De todos modos yo he trabajado desde los dieciseis años. Si incluímos las clases particulares y los canguros que hacía antes, desde los trece. He pasado por toda la gama de trabajos, desde el trabajo en oficina, limpio y cara a un ordenador, hasta el de taller sucio de destrozarse la espalda y mancharse las manos. He usado mi cuerpo y mi mente y muchas veces he tenido que alquilar (que no vender) mi alma. He pasado por trabajos de princesa, muy bien pagados, hasta la esclavitud del salario mínimo. He trabajado en jornada matutina, vespertina, completa, partida, intensiva y nocturna. He hecho todas las horas extras del mundo. He llevado ridículos uniformes. He puesto en peligro mi salud física y mental. He sido víctima del stress, de la ansiedad, del mobbing y de la desesperanza. He comprobado por mí misma los efectos de la meritocracia.
Ahora puedo ver como el desorden de horarios esclavistas y los salarios de miseria acabarán reabsorbiéndome. A cambio de un sueldo ínfimo acabaré aceptando un trabajo humillante, con insoportables compañeros de trabajo, en un horario tan amplio que no me deje tiempo para descansar ni para disfrutar de mi vida, cobraré una cantidad apenas perceptible que me mantendrá siempre en el mismo nivel de supervivencia. Y encima tendré que besar el culo de quien me de esa oportunidad de reintegrarme en el mundo laboral, aún cuando piense que me explota...
La que me mira desde el espejo ya piensa en la jubilación.

Love is stronger than pride

Después de una charla telefónica con Nus y de una dosis de actividad sexual inesperada, sin haber dormido mucho y arrastrando el agotamiento de la semana, me enfrentaba a una noche de fiesta nuevamente.
Mi Farmaceutico vino a cenar. No me gusta mucho cocinar y no creo que se me de muy bien pero conseguimos improvisar algo agradable y nos sentamos a ver un documental sobre Chernobyl en el Discovery Channel, mientras cenábamos y él me daba los datos técnicos que yo desconocía. Siempre es agradable hablar con alguien que sabe más que tú de algo y que te puede aportar conocimientos nuevos. La inteligencia es lo único que yo respeto y admiro.
Salimos un rato de fiesta y quedamos con un amigo suyo al que yo ya conocía, un chico guapo y culturalmente educado de brillante sentido del humor y elegantes modales. No me importa improvisar fiesta con alguien así, que siempre te aporta algo de conversación interesante. Estuvimos en Adn y allí coincidí con Marujita Pérez y su amigo que habían quedado para cenar. En un momento que me quedé a solas con ellos me sentí profundamente saturada por su sentido del humor vulgar e infantil que tanto me saca de quicio. Tampoco es que pretenda que todo el mundo tenga la cultura de un Nobel y modales versallescos. Yo misma me he criado en un barrio obrero y no soy de sangre azul. Sin embargo, me resulta mucho más fácil adaptar mis registros de conversación y mis modales a alguien con más recursos culturales que yo que a este tipo de comportamientos zafios. Claro que a este tipo de gente, cuando les preguntas, siempre se definen como "normales". Y da igual que le preguntes a un peón de obra que a la Duquesa de Alba, todos son normales. Pero no creo que normal sea una palabra válida cuanto todo el mundo considera normal lo propio y raro lo de los demás. Y sí, por muy buena gente que sean, me aburro y la que me mira desde el espejo los llama vulgares e inmaduros y se ríe. Mi Farmaceutico me rescata y, en compañía de su amigo, nos dirijimos a La Goulue. Bromeamos por el camino. Ellos comentan lo que me ha pasado estos meses con cierto grado de solidaridad. El amigo de mi Farmaceutico tuvo un affaire con la Perleta, con quien nos hemos cruzado en Adn un par de veces (con gente diferente a la que suele acompañarle y en un sitio del que siempre ha dicho que no le gustaba) y me comenta irónico pero sin maldad su opinión sobre dicha persona. También me explica que no soy la única persona a la que la Perleta le tiene que devolver algo, que él mismo se ha cansado de esperar dos americanas y cincuenta euros que duda vaya a recuperar nunca. Se ríe, quitándole imortancia, y me dice que no se puede esperar demasiado de alguien de quien nadie habla bien. Bueno, yo creo que sí recuperaré los cincuenta y tres dvds que aún no me ha devuelto la Perleta, a pesar de que ya se los he pedido sin éxito más de tres veces. Al final me obligará a tener que ir a buscarlos personalmente, ya que parece que cumplir su promesa de dejarlos en La Seu para que yo los recoja es un esfuerzo superior a él. Luego dicen que soy yo la que se enfada por nada. Bueno...
El amigo de mi Farmaceutico me pregunta por mi Ezpozo. Le choca un comportamiento tan inmaduro en alguien de su edad. Al final, me dice, no te puedes fiar de nadie. Yo siempre he tenido esa frase como uno de los más detestables tópicos porque yo sí que me considero, a pesar de todo, bastante fiable. Pero dadas las circunstancias me veo obligada a darle la razón.
Llegamos al D54 y nos quedamos cerca de la puerta. Marujita aparece con su amigo y su prima. Se nota que es un fin de semana largo porque hay mucha gente de fuera, sobre todo madrileños. La gente de aquí lleva saliendo desde el jueves y están agotados. Yo sin embargo, como el jueves fuí al cine y el viernes estuve de cena y el sábado no me pasé demasiado, estoy descansada y tengo ganas de bailar.
La usencia de entes desagradables hace más agradable la noche. Pero parece que no hay noria sin nauseas. De repente noto como alguien me toca en el hombro. Pensando que se trataba de alguien que pretendía pasar, me aparto un poco sin darme la vuelta y continuo bailando frente a mi Farmaceutico. Entonces me vuelven a tocar y me doy cuenta de que es mi Ezpozo que me susurra al oído que quiere quedar la siguiente semana para solucionar un trámite que tenemos pendiente y me pregunta si puede llamarme para que lo hablemos. Yo le digo que sí, que por las tardes, sin ni siquiera mirarle. Parece que su amigo Habanna ha tenido charla con él. Dice que me llamará y se marcha. Mi Farmaceutico dice que se le veía serio. A mí me da igual. Me daba tanta vergüenza ajena que era incapaz de mirarle a la cara. Hay traiciones que son imperdonables y en un tipo de casi cuarenta años, la inmadurez es una excusa inaceptable y lo del orgullo es bastante inccreible. Parece que ahora que se ha dado cuenta de que se puede meter en un lío sí que recula, cuando el hecho de hacer daño a una amiga le daba igual. A ver qué quieres ahora, a ver qué puerta tocas cuando la mía está cerrada. A ver qué excusa das por haberte reído de mí y burlarte de mis amigos cuando los tuyos me convertían en blanco de su diana.
Algunas personas se le olvida que no hay carcel sólo para los asesinos, sino que los complices también acaban condenados aunque no hayan empuñado directamente el arma, porque sus manos están manchadas de la misma sangre.
Pero después de tres meses, ya no me da pena, ya no me da rabia, sólo me da lástima. Y no me da pena la situación sino las personas. Parece que ha llegado el momento en que el rencor se convierte en desprecio. Y no ha mayor desprecio que no hacer aprecio, o al menos eso dice la sabiduría popular. Por eso no permito que pase de ser la anécdota de una noche en la que lo más importante ha sido mi cena y la fiesta con gente con la que me siento a gusto.
Sigo bailando y me divierto. Cuando mi Farmaceútico quiere marcharse yo me apunto porque estoy cansada y mañana quiero hacer cosas de día. Al poco de llegar a casa me llama Marujita para decirme que está en el portal. Es hora de dormir...
Carlos Gustavo, rey de Suecia, cumple hoy 60 años. Parece que estamos en racha de celebraciones monárquicas. Aunque a mi, de Suecia, me gusta mucho el cine. Ese Bergman, que me vuelve loca. Y me acuerdo siempre de la última escena de "La reina Cristina de Suecia" y de ese plano de Greta Garbo, mirando al vacío, sin pensar en nada y que lo reflejaba casi todo.
Sade tiene una canción en su disco "Love de Luxe" que se llama "Love is stronger than pride". Me encanta la voz de esa mujer, la cadencia de sus tempos, el sentimiento que transmite. Aunque dudo que, como dice la letra, el amor sea más fuerte que el orgullo. Digan lo que digan, el amor es un sentimiento que, incluso en el momento de mayor fortaleza, siempre se ve debilitado por otras debilidades del alma humana.
Todos los que me leeis sabeis que soy una gran defensora del poder del mal y las debilidades humanas como motor del mundo y la poca fe que tengo en la bondad universal. Algunos podrán pensar que esta falta de optimismo en el ser humano no es algo que ellos compartan. Bueno, la creencia del ser humano como un ente maligno no es una teoría nueva y mucho menos mía. Ya los romanos decían que "el hombre es un lobo para el hombre" y durante la Ilustración francesa se atribuía al hombre un instinto malvado original.
Basándome en mi propia experiencia, el ser humano es egoista y malvado y cualquier tipo de signo de bondad se identifica con señales de debilidad. A veces se me olvida y caigo en la tentación de fiarme de alguien. Después la realidad me recuerda siempre el alto precio que se paga. Nadie está dispuesto a sacrificarse por los demás a no ser que ello implique un bebeficio propio. Y eso se aplica a los desconocidos, obviamente, pero también a la familia y a los amigos. En el momento en que se desconoce si habrá una ganancia posterior, automáticamente se desvanecen todas las buenas intenciones.
A veces soy idiota y no me doy cuenta a primera vista del beneficio que otras personas puedan obtener de mí. Entonces me dejo engañar por la idea de que es una amistad sincera. Cuando me doy cuenta de cómo son las cosas, ya he invertido tanto tiempo, energía, cabeza y corazón en algunas personas que el daño es irreversible. Eso hizo que hace cinco años perdiera por completo la fe en el amor y que se intalase en mi cerebro el firme conocimiento de que el amor es sólo una fantasía social, un trastorno codependiente y neurótico basado en la mitománía y en la atracción sexual más puramente hormonal. Eso no quiere decir que posteriormente no haya tenido alguna recaída, pero como todas las enfermedades, el amor se cura.
Mi bastión espiritual era la amistad. Siempre he defendido las relaciones de amistad como las únicas realmente auténticas. La máxima era basar la amistad en tres principios básicos; confianza, respeto y lealtad. Puedo presumir de haber sido una buena amiga de casi todos mis amigos. A los pocos a los que no he sabido corresponder tengo la certeza de que no me lo tienen en cuenta. La mayoría de la gente que forman la minoría a la que yo considero amigos míos, son personas a las que conozco desde mi adolescencia, como Nus o Tuzz, excepto el Pirata Canalla, el Killo y mi Farmaceutico. Aquellos que para mís on los más íntimos son los que conozco desde casi mi niñez, como Efraín o su hermana, mi loca favorita, Dardo, Fighter...
Mis amigos saben que tengo una personalidad poliédrica que hace que a veces mi caracter se pase de agudo y roce lo afilado, que tengo un temperamento volcánico, que soy rencorosa, que tengo la lengua como un estilete y digo lo peor en el peor momento, que ser insegura me hace dejarme llevar a veces por la soberbia, que espero mucho de la gente, que soy orgullosa y a veces me dejo llevar por todo el caos de dentro de mi cabeza y desaparezco. Entienden que mis circunstancias se han combinado con mi naturaleza hasta crear a esta persona que se pelea consigo misma y con la que le mira desde el espejo. Entienden que siendo ciclotímica por fuerza tenía que ser inestable, que siendo panfóbica y multimaníaca, mi cabeza debe ser un caos constante, como un puzzle de piezas revueltas. Entienden que a veces mis experiencias pasadas ralenticen mis avances. Entienden que ser ambidiestra me hace parecer mucho más torpe de lo que mi cociente podría dar lugar a pensar. Entienden que siendo rubia no se pueda esperar sensatez ni castidad. Entienden que siendo bisexual sea fácil sentirse perdida en el ambiente y fuera de él. Entienden que, las personas creativas tendemos a buscar excusas para todo porque justificamos a todos. Pero algo les debe compensar, supongo...
Y sería una mentirosa si dijera que he perdido la fe en la amistad porque tengo amigos que desde hace años me han sido fieles, me han respetado y en los que he podido confiar. Pero no puedo negar que la decepción de los últimos tres meses me ha hecho dudar de mi propia fe. Quizás porque ha sido un golpe inesperado y brutal, tal vez porque no haberlo visto venir ha hecho que el impacto me diera más de lleno.
Se supone que conociendo a mucha gente se suele ser muy selectivo a la hora de confiar. Al menos yo creí que lo era. Y creía que podía poner la mano en el fuego por cualquiera de ellos. Estaba dispuesta a hacer lo que hiciera falta. De hecho, en el caso de algunos de ellos he llegado a hacerlo. Pero me equivocaba confiando en este grupo de personas que han demostrado sobradamente lo que son. ¿Cómo definir a gente orgullosa, egoista, vanidosa y sola? Antes les definía como amigos, así de equivocada estaba.
Tampoco es que yo sea perfecta ni que pretenda que mis amigos lo sean. Lo único que se puede pedir a un amigo es que lo sea. Porque todo el mundo tiene sus defectos y sus virtudes y cada cual es como es. Pero está claro que cuando una persona te importa, se nota. Está claro que te tragas el orgullo cuando alguien de verdad es importante para tí. Está claro que te sacrificas y soportas situaciones que te incomodan para acomodar a la gente que quieres en tu vida. Y no les mientes, aunque la verdad no les guste. Y no les abandonas cuando te necesitan sólo porque ya no les necesitas, no les utilizas. No te burlas de ellos ni te ríes cuando pretendes hacer daño. No les cobras los favores, no les pides que sean como tú quieres que sean. Los aceptas, los respetas, los cuidas, los quieres. Todo lo demás, sólo son excusas.
Dice Joaquin Sabina que la mejor manera de vengarse es componer una canción. Bueno, yo no compongo música, solo escribo historias. Y de todos modos, el hecho de ser rencorosa no quiere decir que sea vengativa. Esa es la suerte que tienen los que me hacen daño, que considero que el peor castigo al que puedo someterles es dejar de estar en sus vidas, mantenerme al margen y ver como ellos sólos se encargan de arruinarse la vida. Y me consta que en este caso será fácil. Los veré desagruparse (el proceso ya ha comenzado) y atacarse entre ellos (cuando incluso siendo amigos todos hablaban mal de los demás a sus espaldas). Los veré burlados y solos, porque la gente que no se preocupa por nadie, al final deja de tener quien se preocupe de ellos. Los veré ahogados en sus propias palabras, porque la gente orgullosa traga la hiel de las cosas que no dice. Los veré caer uno por uno y no me dará pena que lo pasen mal pero sí me dará lástima ver lo bajo que puede llegar una persona...
Yo seguiré fiel a mis amigos, a los que siempre lo han sido, y les decepcionaré mil veces aunque se que me perdonarán como yo les perdono a ellos, porque me importan, porque les importo.
Ya no me fio de hacer amigos nuevos ni quiero estrechar los lazos con los conocidos que todavía son amigos en proceso. Finjiré sociabilidad cortés para ocultar la desconfianza. Seré cortés, seré sincera. Me mantendré a distancia. ¿Tengo fe en mis amigos? Por supuesto. ¿Tengo fe en la amistad? Ya no, ha desaparecido por completo, diluyendose en las lágrimas de los últimos tres meses.
La que me mira desde el espejo es más fuerte, no se si más fuerte que el amor o más fuerte que el orgullo, simplemente más fuerte.
 

Kontuz Kotzebue escribe para The Eclectic Library

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