I´ll take the usual
Anoche llovía tanto que cuando llegué a casa decidí no volver a salir. Me había apetecido ir a ver el espectáculo de Kiwi Light. Es un hábito dominical que me gusta...
Soy una persona de costumbres a pesar de la imagen perennemente cambiante que manifiesto. La rutina me da seguridad y me mantiene estable. Si las cosas van bien y me gustan, me alegra saber que van a seguir siendo así. Si las cosas van mal y me presionan, me gusta saber que es algo conocido y a lo que puedo enfrentarme por duro que sea.
Voy a comprar a los mismos sitios desde hace años. Como casi siempre los mismos alimentos. Bebo lo mismo cuando salgo. Caigo en los mismos errores. Eso no quiere decir que no pruebe cosas nuevas, simplemente, me gustan las cosas que conozco.
Me gusta que en la tienda me entiendan cuando pido comida para mi gato, simplemente diciendo que vengo a por algo para el flaco. Me gusta que la carnicera sepa cómo me gusta que corte las pechugas de pollo, que las verduleras me elijan los tomates que me gustan, que las chicas de la tienda de ropa sepan que talla utilizo sin preguntármelo. Me gusta que la peluquera no se neurotice tratando de averiguar qué me favorece y se limite a seguir mis instrucciones una y otra vez. Llegar a un bar o a un pub y con un "lo de siempre" poder disfrutar de lo que me apetece tomar. Me gusta estar en el mismo sitio cuando voy a la discoteca y que me atienda siempre el mismo camarero...
Los domingos, levantarme con resaca, ir a tomar un granizado de naranja (un suizo, si es invierno) a La Seu y charlar con los amigos, cenar en el Kebab frente al Lys, ir a ver el espectáculo de las travestis y bailar un rato en La Soirée, es lo habitual. Sólo que últimamente nos saltamos alguno de estos pasos por diversos motivos. Bueno, tampoco mis planes son una pauta fija que deba repetirse infinitamente....
Me gusta ver a la Kiwi, me gusta su ironía y su sarcasmo. Me gusta ver espectáculos de travestis. Me da igual que la gente no distinga entre travestis, transformistas, drag queens y demás variantes del gremio. Me encanta el concepto de convertirse por un instante en otra persona y el modo que ellos tienen de ver y reflejar a las mujeres, a sus propios arquetipos de mujeres. Parte del concepto de mujer que trato de transmitir con mi propia creación de mi misma viene influido por ellos. Cada uno con un estilo, con una personalidad, no simplemente maricas vestidos de mujer que hacen playbacks y cuentan chistes. Y todos ellos admirables.
Lo que sí he visto en París y en Barcelona pero nunca aquí, son Drag Kings. Pero bueno, esta es una de las ciudades más gays y sin embargo una de las más incultas en lo que a cultura gay se refiere. En el fondo el ambiente está lleno de gente provinciana e ignorante, cargada de prejuicios y tópicos, poco innovadores, poco desafiantes... ¿Pero qué se puede esperar cuando agrupas a la gente con el único vínculo de su tendencia sexual?
Algunas cosas no cambian, no importa cuanto lo intentes. Como la superficialidad de las relaciones en la noche. El sábado la Profe me aseguró, insistiendo mucho que, como hoy no trabajaba, me llamaría para tomar un café o algo. Sabía que no lo haría. Ya hace tiempo que tiene mi número y nunca lo ha hecho. Al recordárselo, insistió mucho más, asegurándome que no era probable sino seguro que me llamaría hoy. Obviamente, no lo ha hecho.
Cosas como estas van mermando la ilusión que pongo cada vez que conozco a alguien y me vuelven más cínica y más individualista. Hacen que desconfíe cada vez menos de la amabilidad de los desconocidos. Una prueba más de que no debo fiarme nunca jamás de las lesbianas, que pretender hacerme amiga de cualquiera de ellas es como intentar derretir un iceberg apoyando las palmas de las manos. Sea lo que sea lo que buscan en una amiga es algo de lo que yo, evidentemente, carezco. El interés por mi persona es algo de lo que, evidentemente, carecen ellas. Digan lo que digan, sólo palabras, es lo de siempre...