Omnia vincit amore
"Ya lo sabes. Así es como te quiero. Esperando al próximo para dejar de quererte. Y a ti te quise sólo para dejar de querer al anterior." Eso escribe Mer, la creadora de "Poesía malvada", en su poema "tiros" (puedes leerlo entero en su página, tienes el link anotado). Aparte del toque perverso, turbio, oscuro, siniestro y dramático, a pesar del punto naïf e infantil, adoro a Mer. O igual es por eso que la adoro...
Y me da que pensar (¿para qué, boba? si luego empiezo y ya no puedo parar...) y le doy mil vueltas a sus obsesiones, como si fueran las mías.
Estamos obsesionados con la idea del amor, no con el amor en sí. Y es una mezcla rara de amor y sexo y amistad y dependencia y mil cosas más que metemos en el mismo saco y le ponemos una etiqueta única. Y aunque todo el mundo dice que espera al único, ¿no acabamos todos autoengañandonos con cada uno que llega pensando que podría ser ese?
Yo creo en el amor eterno, de momento. Del mismo modo que creo en el Universo infinito, hasta que alguien le encuentre los límites. Pero al Universo, que yo sepa, no le han encontrado fronteras y el amor, cada vez que me pasa, empieza y acaba y paso de largo hasta el siguiente.
Como las fichas del parchís, nos perseguimos por todo el tablero, te como y me cuento veinte y, si me matas, me basta un cinco para volver a salir de casa...
Y por eso ahora, atrapada en un perpetuo loveless, espero mi cinco liberador, el de la rima fácil, el de los cinco dedos de la mano que me cojerá del cuello para defenderse cuando clave mis cinco como una pala en su pecho para sacarle el corazón enterrado en el hielo de su sonrisa. Como una cucharilla de postre que se hunde en la sopa de letras de mis cinco vocales torcidas...
Y me siento como los anuncios de la televisión cuando pienso en que para cada uno de mis ex sólo he sido quien les hizo olvidar a alguien. Claro que luego tuvieron que olvidarme con un nuevo amor. Sólo he sido un intermedio en sus vidas, pero claro, ¿no lo han sido también para mí?
Con la edad me canso de los dramas. El amor no tiene porque ser una tragedia. O sí, nunca lo tengo claro. Porque si no me duele igual es que no es amor pero si me duele, igual no me vale la pena. Y yo, que en el fondo soy muy Quijote, me vuelvo loca por la Dulcinea de turno, y se me olvida que es una simple Aldonza. Y por más que mis Sanchos me recuerden que más guapas han pasado por mi lecho, yo le entrego mi manzana de oro. Y se me olvida que soy más inteligente porque, como ando en la reverencia de la rodilla al suelo y el sombrero en la mano, la veo tan alta como una torre inmensa y al levantar la vista, el brillo del Sol me hace creer que brilla como la aurora. Pero es el Sol y el quererme menos lo que hace que la quiera más...
Eso lo sé. Aunque me diga que soy realista y que soy consciente de lo que hay y que la quiero cómo es. El amor tiende a cegarnos haciéndonos ver a nuestro objeto de deseo tal y como queremos verlo. Y yo sé que por mucho que me guste, me saca de quicio su inconstancia. Y me enferma que para algunas cosas sea tan infantil y malcriada. Y me molesta que pretenda hacerse perdonar con una simple sonrisa, sólo porque sabe que yo cedo fácil a sus encantos, a pesar de que no se merece que vuelva a dirigirle la palabra porque se ganó el castigo definitivo. Y a veces me irrita que tengamos tan poco en común y que, después de tanto tiempo me conozca tan poco (aunque esté convencida de que me conoce tan bien y se crea que escribo aquí para ella, para que sepa lo que pienso... pero los que me conocen saben que a mí se me conoce más por mis silencios que por mis palabras). Y le veo débil, no frágil, no vulnerable, simplemente débil... Débil de caer en la tentación, débil de no poder matar dragones, débil de no afrontar su destino con madurez y sin egoísmo. Y no es flexible, sino roca dura, testaruda, de las de salirse siempre con la suya "o si no, no juego...", ¿y qué mas da lo que quieran los demás? Y me cabrea mucho que juegue conmigo (sólo porque yo te dejo, es obvio), que se aproveche de que me gusta para hacer lo que le de la gana...
Me hace sentir marioneta estúpida (aunque jure que no se da cuenta y que no me quiere hacer daño) y yo, que no me puedo vengar haciéndole pasar por lo mismo, que nunca le voy a dar un beso de esos eternos que te dan la vuelta a la piel como una camisa de serpiente y que luego te duelen los labios durante semanas porque te sangran como el corazón, que jamás le volcaré las palabras en la garganta ni le haré tropezar ni cambiaré el sentido de las olas de su mar, que nunca le voy a tirar desde lo alto de la escalera sólo para ver si vuela, que no le puedo llenar la cabeza de mariposas negras ni el estómago de cuerdas, que no le arrancaré la piel a tiras para hacerme una camisa de vergüenza, que no le atraparé en mi desierto-isla-laberinto-abismo-sima porque saldré corriendo cuando esté segura de que se acerca demasiado a mi... Yo, la misma idiota de siempre, que sabiendo el riesgo que corre, igual quedo con ella para vernos cara a cara, para que me invite a cenar (sólo porque dice que me lo debe, pero ya sabe que yo me pagaré mi cena...), para hablar de las cosas que no se pueden hablar y bajar los ojos cuando me tenga que quitar las gafas porque soy un avestruz y no sobrevivo sin mi máscara. Y sé que me pasaré los días que faltan dándole vueltas a la cabeza, un poco flotando y un poco tratando de liberarme, como un Cuasimodo ahorcado a la puerta de Nôtre Dame, intentando quitarme el collar de cuerda pero dejando que la asfixia me libre de todo sufrimiento en el sueño más dulce. Y sé que después de ese día, me sentiré más imbécil que nunca y me dará tanta rabia que lloraré hacia dentro lágrimas negras, gotas de sangre de dragón herido y me vengaré del único modo que soy capaz, en la piel de otro que sea tan fácil de herir por mí como yo lo soy por ella. Porque, aunque diga que le hago llorar, sé que no llego ni a la orilla de todo lo que se puede llegar uno a sumergir en otro, sé que no podría hacerle daño intencionadamente porque sólo quiero que sea feliz, porque su infelicidad me presiona el pecho como una losa de mármol.
Castigo a otros por el daño que me hace. Los castigo sólo por diversión. Años de rencor acumulado por todas las heridas que me han hecho aquellos a los que he querido. Heridas abiertas que no puedo ni recordar porque sería como atarme de pies y manos a la base de un iceberg que se aproxima a un volcán subacuático. ¡Pero las cicatrices se ven y son tan distintas de las heridas! Una herida puede curarse, una cicatriz es para siempre. Y las personas lo aguantan casi todo, menos eso...
El pobre chico D. ( con D. de Dick, mi chico-polla) es mi nuevo juguete y sabe que para mí sólo es un pedazo de carne. Y mira que quiero ser buena y se lo advierto mil veces... Al final se lo tendré que dar por escrito. Todo el mundo lo sabe, todo el mundo lo ve. Que no me importa lo más mínimo que tú creas que me gustas sólo porque me acuesto contigo, tonto. Que te lo he dicho muchas veces, que yo nunca saldría con un tío como tú. Y que no, que no me hago la dura porque me niegue a reconocer que me estoy enamorando de ti, simplemente eso sólo pasa en tu cabeza. Y no te lo dejo caer sutilmente para que te des cuenta, que te lo digo bien claro y a todas horas. ¡QUE NOOO! Y dudo mucho que sea para tanto que ahora te haya dado por decir que estamos saliendo cuando hablas con tus amigos, porque ellos saben que para mí sólo eres el hueco que rellena el cuerpo del hombre que deseo, un efímero placer. Y mis amigos me riñen porque dicen que te utilizo para desahogarme cuando otros me hieren, para compensar con tu deseo la ambivalencia de las mujeres, para sentirme fuerte cuando me hacen sentir pequeña, para reírme cuando me desbarato como un puzzle golpeado... Y tienen razón y me hacen sentir como una cabrona por aprovecharme de lo que sientes pero luego pienso que otros también lo hacen conmigo. Así es la vida.
Luego Nus me reñirá (cuando tú haces lo mismo con todos, mentirosa...) diciendo que estas cosas no se hacen, que la diosa Fortuna me va a castigar con siglos de castidad y mal de amores infinito, que me van a partir mil veces el corazón por lo que le hago al pobre chico... Pero tú sabes, loca, que no me va a pasar, que ya me ha pasado y que por eso hago lo que hago...
Al menos soy honesta y no juego demasiado con él. Si soy cruel, a veces, es porque no estoy a la altura de sus expectativas no porque yo las fomente. Al menos he aprendido eso. Porque no quiero alimentar un imposible hasta que crezca y me acabe convenciendo como pasó con Donosti, que lo veía tan claro que me hizo ver por sus ojos lo que no había y al final se rompió todo como un espejo y ya no quedaron ni palabras.
"Ya lo sabes. Así es como te quiero. Esperando al próximo para dejar de quererte. Y a ti te quise sólo para dejar de querer al anterior." Y aunque suene a pataleta, es así como ocurre... Arrastré los restos de mi alma desgarrada desde el amor anterior hasta esto que no sé ni como llamarlo, pero pasará en cuanto alguien lo sustituya. Quieras o no quieras compartir este viaje, viajo. Y pronto otro viajará conmigo...