La carga de la Diva

Las aventuras y desventuras de la Diosa Odiosa, vida de milagro, y otras historias de The Eclectic Library...

domingo, febrero 19, 2006

Amores perros

Canta Julieta Venegas "porque tus amores perros me van a matar, sin haberme dado la felicidad". Me encanta la película y me encanta la banda sonora. Amores perros...
Ha sido una buena noche. Me he divertido mucho. Mi Farmaceutico ha venido a recogerme y hemos acudido a Deseo, porque habíamos quedado allí con el Vizconde Blazz, con Loli! y con la Princesa. La Profe andaba de boda con Azafrank y Tosco estaba de fiesta en Puzzle. Me han invitado a una copa y he compartido mis ositos de goma con Loli!. Hemos bailado un poco pero pronto nos hemos ido a Adn. En la puerta había cola y hemos tenido que esperar un poco hasta que alguien saliera para no vulnerar las normas sobre el aforo. La Princesa había bebido bastante y el Vizconde Blazz daba saltos como un canguro. El hada de la absenta, que me los deja ausentes, haciendo estragos...
La sorpresa desagradable ha sido encontrarme a la desgraciada que me dio la paliza justo a medio metro de donde yo estaba bailando. Ahí estaba Escoria, tan fea como siempre, con su cara de camión, maleducada y violenta. Lo curioso es que me ha parecido que era mucho más baja de lo que yo la recordaba, quizás porque cuando me daba patadas en la cabeza y en la espalda mientras yo me retorcía en el suelo me parecía gigantesca. Aunque lo más probable es que yo he crecido tanto como persona en los últimos años que ya no me dejo amedrentar tan fácilmente. Cuando me la he encontrado siempre he acabado agobiada y marchándome del lugar para evitar pasar un mal trago o montar escándalos. La diferencia es que esta vez no le he permitido que me fastidiase la noche ni que me acabase echando del local. He pasado de ella y me he concentrado en mis amigos y en divertirme. Al fin y al cabo, yo soy rencorosa pero no vengativa y ni me voy a tomar la molestia de pensar en desearle algo malo. Bastante castigo tiene con ser como es.
También en Adn, el Actor se ha acercado a hablar conmigo en lo que se supone que era una tregua, un acercamiento amistoso. Pero lo que en realidad encubría era un nuevo lanzamiento de reproches y una oferta de paz con trampa. Pero cada día pico menos...
Marujita Pérez andaba por allí con sus amigos pero apenas nos hemos cruzado. Me dijo que se iba a Mogambo pero después ha decidido que era mejor ir con su amigos al D54. ¡Qué casualidad! Nosotros hemos ido también allí, claro, pero era algo que ya teníamos decidido desde el día anterior.
A veces pasa. No sabes porqué pero esa noche es diferente. De repente el alcohol te sienta de otra manera y las letras mayúsculas te hacen bailar y que te rías. Tus amigos no discuten y nadie se mete contigo. Alguna chica guapa te sonríe. Ponen esa canción que te gusta. Toda la gente con la que te apetece estar en ese momento esta justo allí. Es una buena noche. Ha sido esta una buena noche.
La Princesa, Loli! y yo parecíamos la Santísima Trinidad. Juntos íbamos toda la noche de la barra al podio, del podio al lavabo, un momento fuera, otra vez al baño, ahora a por hielo, saludando a este o aquel...
Marujita Pérez me miraba desde el podio y yo estaba relajada y a gusto. Me estaba divirtiendo. Llegó de repente la Profe con Azafrank. Ella llevaba un vestido gris y estaba guapísima. Masticaba piedras porque le molestaba la escayola y porque se le hacía raro que todos le dijéramos lo bien que le sientan las faldas. Apareció de repente Tosco y seguimos la fiesta. Una de las veces que salí fuera a tomar el aire con la Princesa, Marujita Peréz me dijo que se iba a casa, que le llamase cuando me fuera dormir. Poco a poco todos fueron cayendo. Primero se fue mi Farmaceutico, después Loli! se fue a dormir y luego Tosco, de after. Mi Ezpozo y el Vizconde se quedaron un rato más con las chicas. Mi Ezpozo me comentó que en la noche anterior, cuando yo ya me había marchado, la Sargento de Aluminio le intentó comer la cabeza sin ningún éxito. Yo salí a la puerta y me encontré con una vieja conocida que hablaba con dos amigas. Una de ellas me atrapó un rato con su amigable conversación. Bien es cierto que me toco ejercer de consejera como ya viene siendo habitual pero lo cierto es que me quedé hablando con ella porque preferí quedarme un rato escuchando a una mujer fabulosa quejándose de su mal de amores que entrar de nuevo a dar saltos en la discoteca.
Se me hizo curioso. La mujer en cuestión era joven y guapa, aparentemente inteligente y bien situada, muy educada, cariñosa confesa, simpática y encantadora. Comentaba su reciente ruptura y la mala suerte que había tenido en sus relaciones amorosas. Recientemente había sido abandonada por alguien a quien ella era capaz de perdonárselo todo y que probablemente volverá a su vida para abandonarle nuevamente. Se mostraba abatida y desilusionada, triste y decepcionada pero era evidente que seguía enamorada...
Últimamente parece que haya una epidemia de corazones rotos que acuden a mí en busca de consejo, lo cual, teniendo en cuenta mi falta de habilidad en las relaciones interpersonales resulta bastante curioso. Mi voz interior puntualiza en mi cabeza, por si no me he dado cuenta, que esta mujer es aparentemente bastante superior a mi en diversos campos y aún así, no ha sabido triunfar en el amor. Lo cual, por un lado, me desilusiona bastante porque me hace pensar en que quizás la falta de habilidades que me convierte en inferior frente a este tipo de personas me dificulte bastante competir en su mundo. Por otro lado, también me anima pensar que mi hiperdesarrollado instinto de supervivencia, me hace afrontar las frustraciones con mucha más fuerza y no rendirme ni venirme abajo con tanta facilidad. Es lo que tiene ser un desastre, que te acostumbras a conformarte con poco pero te fortalece ante los envites de la vida.
En otras circunstancias, podría haberme enamorado de una mujer como esa en cuestión de segundos. Pero ya he aprendido que algunas personas son, a nivel emocional, bombas de relojería y las evito. Aún así, como víctima reincidente del amor, sentí una corriente de simpatía por ella que me llevó de la palmadita en el hombro al intercambio de teléfonos. Es obvio que nunca me llamará. Me dijo que hacía mucho tiempo que me había visto en los pubs y las discotecas pero que nunca se había acercado a mí. Sin ningún motivo ni razón, como siempre. Empiezo a cansarme que todo el mundo se de cuenta de lo mucho que le apetece conocerme justo cuando yo ya he decidido que, cansada de que nadie se tome la molestia de intentarlo, me cierro en banda y no quiero conocer a nadie más.
Azafrank, la Profe y la Princesa me llevaron a casa. Al cruzar el umbral, he corrido hasta el sofá y he caído agotada. Marujita Peréz no ha tardado en venir a dormir conmigo aunque, como siempre, dormir, no he dormido mucho.
La que me mira desde el espejo está buscando el mordedor para que no le chirríen los dientes mientras duerme.
 

Kontuz Kotzebue escribe para The Eclectic Library

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