La carga de la Diva

Las aventuras y desventuras de la Diosa Odiosa, vida de milagro, y otras historias de The Eclectic Library...

lunes, abril 17, 2006

Arte en la calle

Me he despertado tardísimo, mezcla del agotamiento de estos días y del mal tiempo que me mantiene en un constante nivel de azul y gris. Paga mi mala leche Marujita Pérez que tiene que soportar mi ceño fruncido y mi cara de fastidio. Además, yo quería salir esta tarde y el cielo no acompaña nada.
Marujita ha traído la cámara y aprovechamos que ha dejado de llover para ir al centro. Ya me extrañaba a mí que Santa Bárbara no quisiera hacer una pausa en sus tormentas para dejarme tener un poquito de relax...
En la moto llegamos en seguida pero estaba chispeando y mi chaqueta de lana está medio mojada. En la Gran Vía hay una exposición en el jardín. Es una actividad de La Caixa, "Arte en la calle", que permite disfrutar de froma gratuíta de obras de arte, pinturas, esculturas, música y danza. Esta vez son unas esculturas de bronce de Igor Mitoraj.
No conocía nada de la obra de este artista, he de reconocerlo, pero ver la imagen neoclásica de alguna de sus obras despertó mi curiosidad. Además, el entorno y la disposición de las piezas eran muy acertados.
Fuimos paseando muy despacio por toda la Gran Vía. Mientras Marujita fotografiaba las esculturas yo iba tomando notas. Un total de veintidos piezas de bronce de grandes dimensiones en las que se disgregaba el cuerpo humano y se mezclaban las referencias de los mitos clásicos. Ícaro, Eros, Venus, torsos alados, piernas aladas, enormes cabezas huecas de perturbadora mirada, centauros, corazas... Fabulosas texturas y formas redondeadas que parecían despedazarse bajo la lluvia que empezaba a caer.
Una iniciativa loable que desafortunadamente no es tan habitual como debiera. Como siempre, la cultura y el arte son considerados ocupaciones secundarias y se nos olvida que son esenciales para el desarrollo evolutivo del hombre. O bien las tenemos tan asociadas al lujo y a la clase alta que las alejamos de nuestra vida y las mantenemos en un segundo plano. Luego nos quejamos de la mecanización y la rutina de nuestras vidas cuando nosotros mismos somos los que hacemos de nuestra existencia un mundo gris y aburrido.
Tuvimos el tiempo justo de hacer el recorrido completo con calma y al llegar a la última escultura arreció la lluvia y tuvimos que echar a correr para ponernos a cubierto. Fuimos a comprar dulces y luego a cenar a Los Toneles. Me hizo gracia que el camarero me reonociera. Supongo que estoy haciendo mis visitas cada vez más frecuentes. A lo mejor es simplemente que doy mucho la tabarra a los camareros y se acaban acordando de mí. De mí y de todos mis muertos...
Me llamó el Farmacéutico para tomar un café y ponernos al día. Al decirle dónde estaba, decidimos que acudiera allí y estuvimos hablando casi dos horas. Ha vuelto a cambiar el color de su pelo, manteniendo su nuevo corte pero retomando el color anterior. Aún se me hace raro porque estaba muy acostumbrada al anterior pero, precisamente yo no seré quien se queje de los cambios de imagen cuando la mitad de las fotos en las que me busco ni siquiera me reconozco. Me comenta las novedades de su vida y parecen buenas noticias. Me gusta verle esa sonrisa otra vez. Desafortunadamente, cuando yo le explico las cosas que a mí me han pasado últimamente tengo pocas buenas noticias que darle. Esperaba que se sorprendiera como Tommy cuando le conté lo que había pasado con la gente que hasta hace bien poco consideraba mis amigos y con su comportamiento canallesco. Para mi sorpresa, no sólo no le extrañó si no que me dijo que ya esperaba algo parecido y que precisamente por eso no se fía de casi nadie y que yo debería de hacer lo mismo. Me recomienda paciencia y sobre todo prudencia y me aconseja que no baje la guardia.
Es muy agradable saber que alguien como él es alguien con quien puedo contar a pesar de todo. Después de seis años, saber que sigue considerándome una amiga y que yo puedo considerarle un amigo, a pesar de todo, me hace sentir muy bien. Especialmente cuando una de las bazas que estos canallas utilizan como argumento para atacarme es decir que yo discuto con todo el mundo. Bueno, haciendo balance, a lo largo de mi vida, ha habido muchas más personas que yo haya decidido dejar de ver que gente que me haya dejado de lado. Tengo amigos que conozco desde que iba al colegio y que todavía quieren seguir contando conmigo. Tengo amigos que nunca se han olvidado de uno sólo de mis cumpleaños. Tengo amigos que intuyen cuando necesito un abrazo y cuando es mejor dejarme sola. Tengo amigos que han perdido una infinita cantidad de su tiempo enseñándome cosas. Tengo amigos con los que he compartido muchas experiencias. Tengo amigos que me han contado sus secretos. Tengo amigos con los que me he reído pero que nunca se han reído de mí. Tengo amigos que me han sacado de más de un lío sin reprochármelo nunca. Tengo amigos que me han dado más de un dolor de cabeza pero muy pocos de corazón. Tengo amigos que me han enseñado a ser amiga, simplemente siendo mis amigos.
Comparado con eso, ¿qué me pueden importar a mí un reducido grupo de sinvergüenzas y canallas, mentirosos, egoistas, cobardes y manipuladores?
La que me mira desde el espejo envía por mail a mis amigos las fotos de las esculturas que brillaban bajo la lluvia.
 

Kontuz Kotzebue escribe para The Eclectic Library

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