Iceberg
En algunas lenguas germánicas, "berg" significa "montaña" y "ice" significa "hielo". Así que etimológicamente, "iceberg" significa montaña de hielo. Hasta ahí llegamos todos.
La parte científica dice que un iceberg es un témpano de hielo, una isla de hielo que procede de la fragmentación de hielo polar, continental o marino y que es arrastrada hacia latitudes más bajas. Sólo una octava parte de su altura total sobresale del agua lo que convierte a estas masas gélidas en un gran peligro para los navegantes. Uno de los hundimientos más famosos provocados por la colisión con un iceberg fue el del Titanic, del que todos hemos sufrido aburridísimos documentales y terribles películas.
Cuando miramos como flotan los cubitos de hielo en nuestra copa en la discoteca no somos conscientes de que estamos ante una miniatura de iceberg. Una propiedad notable del agua, su forma sólida, es lo que hace posible la existencia de los icebergs. Tan sencillo de entender como que el hielo es menos denso que el agua en su forma líquida. Si no fuera por ello, el hielo no flotaría en la superficie y se acumularía en el fondo de los océanos. También el hielo es una excepción en el mundo de los elementos, y se debe a que la molécula del agua (H2O), está polarizada eléctricamente (El átomo de oxígeno atrae más a los electrones que los átomos de hidrógeno) lo que impone al hielo una estructura de tipo cristal (por el juego de la atracción y de la repulsión eléctrica) menos densa que si fuese un sólido amorfo. Hasta aquí la clase de ciencias de hoy...
Algunas personas son como los icebergs, apenas muestran una pequeña parte de todo lo que son. Flotan en el mar de las multitudes sin mezclarse realmente con nadie. Sobreviven porque su densidad es distinta a la de los demás. Mientras se mantienen fríos son independientes e individualistas pero cuando el calor les derrite, se mezclan y se confunden con el resto. Pero su masa gélida rara vez se derrite y su superficie yerma acaba provocando los naufragios de cuantos se aventuran a acercarse. La vida y todo lo que la convierte en lo que es, les es totalmente ajeno. Defienden su frialdad vendiéndola como dignidad y orgullo pero en el fondo es sólo miedo y egoísmo. Llegar a ellos es muy difícil porque todo lo que se oculta bajo la superficie acaba convirtiéndose en un obstáculo. A pesar de su aspecto brillante, toda su luz es sólo reflejo de la luz ajena, no aportan nada, no transmiten nada. Su transparencia se ve limitada por su compleja estructura haciendo imposible ver a través de ellos. Sólo las corrientes les conducen, flotan sin rumbo por el océano. Nada crece en ellos y sólo el salvaje embiste de las olas saladas consigue erosionar ligeramente sus aristas. Cuando comienzan a agrietarse, se despedazan y caen haciéndose más pequeños, hasta que desaparecen...
Algunas personas son como los icebergs, apenas muestran una pequeña parte de todo lo que son. Flotan en el mar de las multitudes sin mezclarse realmente con nadie. Sobreviven porque su densidad es distinta a la de los demás. Mientras se mantienen fríos son independientes e individualistas pero cuando el calor les derrite, se mezclan y se confunden con el resto. Pero su masa gélida rara vez se derrite y su superficie yerma acaba provocando los naufragios de cuantos se aventuran a acercarse. La vida y todo lo que la convierte en lo que es, les es totalmente ajeno. Defienden su frialdad vendiéndola como dignidad y orgullo pero en el fondo es sólo miedo y egoísmo. Llegar a ellos es muy difícil porque todo lo que se oculta bajo la superficie acaba convirtiéndose en un obstáculo. A pesar de su aspecto brillante, toda su luz es sólo reflejo de la luz ajena, no aportan nada, no transmiten nada. Su transparencia se ve limitada por su compleja estructura haciendo imposible ver a través de ellos. Sólo las corrientes les conducen, flotan sin rumbo por el océano. Nada crece en ellos y sólo el salvaje embiste de las olas saladas consigue erosionar ligeramente sus aristas. Cuando comienzan a agrietarse, se despedazan y caen haciéndose más pequeños, hasta que desaparecen...
La que me mira desde el espejo está rellenando las cubiteras...