Me duermo y me despierto. Y debe ser la gran letra mayúscula de anoche, es obvio. Hace un rato estaba desvistiéndome y me he dormido en la silla del ordenador. Al despertarme he volcado medio vaso de coca-cola sobre el teclado. Pero parece que sí he podido limpiarlo bien y no hay efectos secundarios.
El Vizconde Blazz anda todavía por ahí pero yo he tenido que poner el "basta" en un momento dado porque si no reinicio el proceso y no tengo salud ni presupuesto para tanta fiesta. Y más teniendo en cuenta que esta noche toca otra vez...
Comiendo aceitunas negras (¡qué manía me ha dado últimamente con desayunar aceitunas cuando salgo de fiesta!) y oyendo a Nina Simone mientras repaso en mi cabeza toda la noche. Me supo mal no quedarnos con mi Ezpozo porque era su cumpleaños y se supone que estaba de celebración, pero la verdad, en cuanto me metí en el coche, se me olvidó. Primero nos encontramos con las amigas del Vizconde Blazz que se habían bebido hasta el agua de las fuentes. Me hizo gracia que una de ellas (la que normalmente no me hablaba y que sólo empezó a hacerlo el día que tuve que recordarle quien era yo, después de que me hubiera visto mil veces con su amigo y a pesar de que nos hubieran presentado en infinitas ocasiones) se disculpase por su estado. Y me hizo gracia que en varias ocasiones utilizase el plural para referirse al Vizconde Blazz y a mi. ¿Era su manera de reconocer mi presencia en la vida de su amigo? La verdad, se me hizo una cortesía halagadora.
La mayúscula no me hacía efecto y encima estábamos sentados esperando al objeto de deseo del Vizconde y yo ya empezaba a ser presa de un sueño devorador. Pero finalmente subimos al coche y nos fuimos a Le Club.
Es obvio que si este invierno comienzo a salir más por otros sitios distintos a los habituales, acabaré echándome un novio. Es pura ley de probabilidades. ¿Con cuántas personas te lías hasta que encuentras alguien con quien te apetezca mantener una relación que se componga de algo más que sexo? Teniendo en cuenta la facilidad con la que se me acercan los chicos y la absolutamente nula muestra de interés hacia mí por parte de las mujeres, es más que evidente que acabaré eligiendo a uno de ellos cuando me canse de tanta provisionalidad. De todos modos, sigo sin entender qué diablos estoy haciendo mal. No es normal que anoche tantos chicos me miraran (ya lo hacen los cuatro heteros en un sitio de ambiente, pero ayer en un sitio pseudohetero, era exagerado) y es más, tontearan conmigo tan descaradamente ( y aunque el chico de rojo estuvo insistiendo mucho, fue el de la gorra y los brazos tatuados el que estuvo más cerca de llevarme al huerto) y que nunca, ninguna mujer me preste la más mínima atención. Y no digo ya que ligue poco con chicas o que no se me acerque ninguna que me guste. Me refiero a un punto de interacción cero. Nada, ni las feas, bordes, raras y malas con las que no te liarías ni cobrando se dignan a lanzarme una mirada. Será que están muy ocupadas liándose entre ellas. Tendré que buscar ayuda profesional...
Al principio pensaba que era yo ( es más fácil pensar que eres tú quien se equivoca que no toda una discoteca llena de mujeres), que soy más mayor que la media de edad de las mujeres del ambiente. Pero luego veía tías que me sacaban décadas ligar con niñatas de veinte. Entonces pensé que se trataba de mi aspecto físico. Vale, lo admito, soy fea. No soy muy agraciada y además estoy gorda y además... pero más feas que yo he visto por ahí con la lengua en boca ajena. Además, a los chicos no les parezco fea en absoluto, que bastante me cuesta librarme de ellos. Igual es porque no soy lo bastante femenina... claro que cuando tenía un aspecto más andrógino, sí se me acercaban ( es más han llegado a decirme que soy demasiado femenina en dos ocasiones, ¿querrán un tío sin polla?) o a lo mejor es que no soy lo bastante masculina ( aunque yo sí diría que tengo bastante pluma, a pesar de pasar desapercibida entre heteros, en el ambiente se me detecta al primer golpe de vista) o a lo mejor es por llevar siempre las gafas, que no me ven los ojos y no saben si yo miro o no. Pero eso es una chorrada porque siempre he llevado las gafas y a pesar de eso han caído varias presas en mi red antes de esta racha terrible de dos años de vacío. Y no veo sin ellas, digan lo que digan, me he acostumbrado a llevarlas puestas y cuando alguna vez me las quito para limpiar los cristales, me ciegan los reflejos de las luces. Igual es porque soy rara... pero tampoco, porque más raras las he visto y además, ¡no soy tan rara, coño! Mi Ezpozo dice que lo que pasa es que soy maricón y a las bolleras no les gustan los maricones. De todos modos yo tengo un montón de amigos gays que tienen amigas lesbianas a docenas. El Vizconde, sin ir más lejos. Y luego me voy de fin de semana a otra ciudad y allí sí me hacen caso. ¿Acaso tengo que salir de vacaciones cada vez que me apetezca acostarme con alguna mujer? Es absurdo, no lo entiendo, no me gusta, es muy frustrante y estoy un poco hasta los mismísimos... ¡Con lo fácil que sería mi vida si en vez de bívora hubiese sido hetero!
Pero ayer en Le Club arrasé y me lo pasé como nunca. Mientras el Vizconde andaba nervioso con lo suyo, yo bailé, salté y me reí un montón. Estuve flirteando con varios chicos (a pesar de tener de antemano decidido que me apetecía irme a casa sola) de los muchos que se me acercaron a tontear conmigo. Supongo que me servía para compensar la frustración de salir por el ambiente y ver un fin de semana tras otro como me ignoran las mujeres. Pues ya ves, que disgusto... Los chicos me adoran.
Estuvimos danzando entre las tres salas y nos encontramos a un montón de gente de La Soirée (incluyendo a esa chica que no me gusta pero que siempre he considerado tan atractiva y que estuvo encantadora conmigo....) y a la diversa fauna local. La verdad, me lo pasé muy bien y me apetece volver.
He dejado a los chicos camino del Dona mientras yo me volvía en bus a casa. Por cierto, en el asiento de enfrente iba una monja vestida de blanco que me sonreía piadosa mientras yo, sonriendo pecadora y desafiante, trataba en vano de atarme las cuerdas que cierran el escote de mi camisa roja y dejándolo por imposible, para que la monjita viera mi fabuloso encaje negro de pecadora libidinosa. ¡Nos vemos en el infierno!
Al llegar a casa he vuelto a pensar en ella y me ha dado mucha rabia porque estaba siendo una noche redonda. Tengo que empezar a hacerme a la idea (DE VERDAD) de que es imposible, de que no sólo no voy a conseguir volver a tener novia (ya liarme con alguna es algo que veo muy lejano) sino que, esta en concreto, es TOTAL y ABSOLUTAMENTE IMPOSIBLE y que cuanto antes me haga a la idea, mejor será para mi salud mental y emocional. Ya es bastante complicada la relación de amistad que se supone pretende recuperar conmigo como para que encima yo deje que se me llene la cabeza de tonterías.
La que me mira desde el espejo me acaba de soltar una ostia, por tonta.