Volando del nido
Como si fuera un domingo, quedamos para el café post-festero en La Seu. Mi Ezpozo y el niño Rober, el Vizconde Blazz y su nuevo fan y Charlie. La charla habitual, superficial y resacosa. A veces es más interesante, depende de la compañía. Hoy tocan niños y se nota, me aburro.
Todos me preguntan qué pasó anoche con la Profe porque fueron testigos del incidente de las copas voladoras. El niño Rober me confiesa que le pareció muy extraño su comportamiento. Yo lo excuso atribuyéndolo al avanzado estado de embriaguez en el que se hallaba. El Vizconde me interroga por saber si me gusta o no la Profe pues sospecha que ese es el motivo por el cual no le partí la cara cuando me la regó de ron con cola. Justo en ese momento yo estaba mandando un sms a la que espero sea la próxima que comparta mi alcoba así que me he limitado a murmurar un: "Nah, está enferma..."
Ya estamos con el cuento de saber quién me gusta y quién no. Quien realmente me gusta, es imposible, porque yo no le gusto. De hecho, que yo sepa, no le gusto a ninguna. Ni me mira ninguna, ni interroga a mis amigos, ni se me acercan flirteadoras cuando salgo de fiesta. La verdad, soy bastante invisible para las lesbianas. Las chicas con las que hablo cuando salgo de fiesta son sólo conocidas y, aunque hay un par por ahí con las que me apetecería que pasase algo, soy plenamente consciente de que no es recíproco. La verdad, con lo que me está costando hacer amigas en el ambiente, lo que menos me apetece es complicarme la vida mezclando amigas y flirteo con mujeres que ya se de sobra que no están interesadas en mí.
Total, para el sexo, siempre me quedan los chicos. Admito que no siempre me parece buena idea conformarme con la mitad de mi sexualidad, renunciando a mi bisexualidad plena, no ya por amor, sino por simple casualidad circunstancial. Y realmente es irónico que a pesar de tener más éxito con los hombres que la mayoría de mis amigas heteras, más incluso que la mayoría de mis amigos gays, el hecho de fracasar constantemente con las mujeres sea algo que me condicione tanto. Se supone que los hombres se fijan más en el aspecto que las mujeres y, curiosamente, a pesar de que mi aspecto sea bastante discutible, triunfo más con ellos que con ellas. ¿Es realmente tan diferente lo que buscan los hombres y lo que buscan las mujeres?
Vamos a cenar a La Xirgu. Me gusta cenar allí, hacen unos bocadillos estupendos y unos postres deliciosos. La ensalada sí me pareció una verdadera miseria, escasa y pobre, y más teniendo en cuenta lo que costaba. Me molestó tener dos fumadores en la mesa. Me parece un incordio que la gente fume y no me sirve que me vengan con la excusa de que cada uno tiene sus vicios, que ellos fuman y yo hago otras cosas. Si yo me emborracho o me atiborro de pipas o me tumbo a hacer siestas de tres horas, no molesto a nadie, no interfiero en la salud ajena, no mancho, no deterioro la atmósfera colectiva... La gente que fuma, incluso los más educados, me arruinan los pulmones con el humo con el que invaden todo el aire que respiro, ensucian todo con sus colillas, dejan un rastro maloliente allá donde vayan, me queman mis jerseys y chaquetas en las discotecas... Y a excusa tonta de la supuesta seducción del gesto de fumar, como en las películas de cine negro, claro. Como que es muy seductor que alguien con mal aliento, los dientes y los dedos amarillos y la piel mate esté constantemente interrumpiendo mi conversación poniendo ante mis ojos de pirofóbica una llama incendiaria que abrasa todo el encanto de cualquier cita.
Después de cenar hemos ido a ver el nuevo nido del Vizconde Blazz, que abandona mi palacio a finales de este mes. Es un piso pequeño, como un apartamento. Es bonito y bastante nuevo aunque el anterior inquilino lo ha dejado hecho una pocilga. Nada que no se pueda solucionar con una limpieza a fondo y una buena mano de pintura. Espero que sea feliz en su nuevo hogar y que la independencia le sirva para madurar.
Al fin voy a poder vivir sola en mi casa, con todo lo que ello implica tanto positiva como negativamente. De todos modos, siendo como soy una persona de difícil convivencia, intensos cambios de humor y una necesidad crónica de espacio, silencio y soledad bastante desarrollada hacen que la idea de vivir a solas con Judas se me haga un sueño hecho realidad.
La Profe y yo hemos intercambiado algunos mensajes esta tarde. ¡Es tan fácil provocar sus piques! Me hace muchísima gracia como intenta vacilar y plantar cara cuando se siente amenazada.
La que me mira desde el espejo toma medidas en mi casa para colocar sus cosas.