Eurovisión
Para hacer esta entrada debería de haber consultado con EuroGloria, que a parte de ser una gran Drag Queen, es la persona que más sabe del festival de Eurovision de todas las que conozco. De ahí su nombre artístico, evidentemente.
Yo nací el año en que Abba, cantando "Waterloo", ganó el festival de Eurovisión representando a Suecia. Una canción que comparaba el fin de una relación amorosa con la derrota de Napoleón en la batalla de Waterloo. Bonaparte, que había vencido y conquistado por todas partes y había logrado todos sus propósitos, se veía vencido al fin. Así, en esta canción, el amor derrotaba a la, siempre cristalina, voz de Agneta y le obligaba a rendirse.
No he sido nunca muy fetichista de este festival. Siempre, al igual que el de la OTI, lo he considerado aburrido, hortera y petardo. Sin embargo, mentiría si dijera que no veo las galas y que no me río cuando oigo las votaciones. ¡Vamos! ¿Quién no se ha reído con lo de "Latvia, zri points, Guayo miní, Sank puants"?
He de reconocer que las interpretaciones españolas no me han parecido nunca memorables. Apenas puedo recordar haber visto la repetición infinita de Massiel y el "la, la, la", de Salomé con "Vivo cantando", que para eso ganaron. Aunque también parece que fue Julio Iglesias, y de eso ni me acuerdo, porque parece que no ganó (¡pobre Julito!) y Karina, cuando todavía era famosa sólo por ser cantante. José Vélez que quería que bailásemos un vals y Betty Misiego que quería que cantásemos su canción. Y cuando yo pasaba las vacaciones en Turís, Bravo nos hablaba de una Lady que vivía anclada en su juventud. Trigo limpio también pasó por Eurovisión. A la pobre Remedios Amaya no le dieron ni un punto y eso que fue descalza, como a cumplir una promesa de santo. Y, como no, mi favorita, Mocedades cantando "Eres tú", que aunque quedó segunda, vendió millones de copias en todo el mundo.
Aunque fuera una horterada, cuando sólo había una cadena de televisión, todo el mundo veía el festival y además, lo seguían como una celebración familiar. Pero poco a poco, el aumento de competencia en el mercado de los audiovisuales arrinconó esta competencia entre las distintas cadenas de televisión públicas europeas.
Luego llegó Operación Triunfo y parecía que la gente volvía a ilusionarse. Pero con Rosa, Europa no vivió una celebración y a Beth lo único que le dijo Eurovisión es que no iba a ganar. Tampoco el chico canario tuvo mucha suerte y Eurovisión acabó con Operación Triunfo, enviándolo a la televisión privada.
Después España fue de mal en peor. Tanto que ni siquiera las divertidísimas Supremas de Móstoles consiguieron curar el aburrimiento que enfermaba nuestra participación. Y ahora, tratando de darle un nuevo sabor, enviamos a las Ketchup y Europa nos las escupe. No podemos quejarnos de que sólo dos países votasen por ellas, la actuación fue pobre y las chicas desafinaron. La canción era mala y la interpretación sosa. Aún tendríamos que enviarles rosas de diamantes a los andorranos por regalarnos doce puntos que en absoluto merecíamos.
De las actuaciones de otros países la verdad es que soy incapaz de acordarme de un año para otro. Sólo me acuerdo de Abba, y de la vencedora por Israel, Dana Internacional, recordada por todos por su condición de transexual, recordada por mí por su chaqueta de plumas de colores. Pero no recuerdo a Celine Dion, ganando, ni a Johnny Logan, ni a Olivia Newton-John. No me acuerdo de ninguna de las participaciones de Francia ni de Italia, a pesar de ser dos países de los cuales hay una gran variedad de cantantes que me gustan.
Este año ha ganado Finlandia, que lleva participando desde el principio sin haber ganado. Prácticamente todos los países le han votado. Ha vencido por más de cincuenta puntos de diferencia. No cantaba una chica, aunque había una en el grupo. No era una canción pop, ni tenía un vestuario naïve. "Hard rock, Hallellujah" era interpretada por una banda de pseudo Hard Metal, disfrazados de monstruos del infierno. Lo más alejado posible a la imagen que cualquiera pueda hacerse de un prototipo de ganador de Eurovision. La que me mira desde el espejo se alegra de que, poco a poco, Europa se vaya liberando de los anticuados esquemas de sus prototipos.
Yo nací el año en que Abba, cantando "Waterloo", ganó el festival de Eurovisión representando a Suecia. Una canción que comparaba el fin de una relación amorosa con la derrota de Napoleón en la batalla de Waterloo. Bonaparte, que había vencido y conquistado por todas partes y había logrado todos sus propósitos, se veía vencido al fin. Así, en esta canción, el amor derrotaba a la, siempre cristalina, voz de Agneta y le obligaba a rendirse.
No he sido nunca muy fetichista de este festival. Siempre, al igual que el de la OTI, lo he considerado aburrido, hortera y petardo. Sin embargo, mentiría si dijera que no veo las galas y que no me río cuando oigo las votaciones. ¡Vamos! ¿Quién no se ha reído con lo de "Latvia, zri points, Guayo miní, Sank puants"?
He de reconocer que las interpretaciones españolas no me han parecido nunca memorables. Apenas puedo recordar haber visto la repetición infinita de Massiel y el "la, la, la", de Salomé con "Vivo cantando", que para eso ganaron. Aunque también parece que fue Julio Iglesias, y de eso ni me acuerdo, porque parece que no ganó (¡pobre Julito!) y Karina, cuando todavía era famosa sólo por ser cantante. José Vélez que quería que bailásemos un vals y Betty Misiego que quería que cantásemos su canción. Y cuando yo pasaba las vacaciones en Turís, Bravo nos hablaba de una Lady que vivía anclada en su juventud. Trigo limpio también pasó por Eurovisión. A la pobre Remedios Amaya no le dieron ni un punto y eso que fue descalza, como a cumplir una promesa de santo. Y, como no, mi favorita, Mocedades cantando "Eres tú", que aunque quedó segunda, vendió millones de copias en todo el mundo.
Aunque fuera una horterada, cuando sólo había una cadena de televisión, todo el mundo veía el festival y además, lo seguían como una celebración familiar. Pero poco a poco, el aumento de competencia en el mercado de los audiovisuales arrinconó esta competencia entre las distintas cadenas de televisión públicas europeas.
Luego llegó Operación Triunfo y parecía que la gente volvía a ilusionarse. Pero con Rosa, Europa no vivió una celebración y a Beth lo único que le dijo Eurovisión es que no iba a ganar. Tampoco el chico canario tuvo mucha suerte y Eurovisión acabó con Operación Triunfo, enviándolo a la televisión privada.
Después España fue de mal en peor. Tanto que ni siquiera las divertidísimas Supremas de Móstoles consiguieron curar el aburrimiento que enfermaba nuestra participación. Y ahora, tratando de darle un nuevo sabor, enviamos a las Ketchup y Europa nos las escupe. No podemos quejarnos de que sólo dos países votasen por ellas, la actuación fue pobre y las chicas desafinaron. La canción era mala y la interpretación sosa. Aún tendríamos que enviarles rosas de diamantes a los andorranos por regalarnos doce puntos que en absoluto merecíamos.
De las actuaciones de otros países la verdad es que soy incapaz de acordarme de un año para otro. Sólo me acuerdo de Abba, y de la vencedora por Israel, Dana Internacional, recordada por todos por su condición de transexual, recordada por mí por su chaqueta de plumas de colores. Pero no recuerdo a Celine Dion, ganando, ni a Johnny Logan, ni a Olivia Newton-John. No me acuerdo de ninguna de las participaciones de Francia ni de Italia, a pesar de ser dos países de los cuales hay una gran variedad de cantantes que me gustan.
Este año ha ganado Finlandia, que lleva participando desde el principio sin haber ganado. Prácticamente todos los países le han votado. Ha vencido por más de cincuenta puntos de diferencia. No cantaba una chica, aunque había una en el grupo. No era una canción pop, ni tenía un vestuario naïve. "Hard rock, Hallellujah" era interpretada por una banda de pseudo Hard Metal, disfrazados de monstruos del infierno. Lo más alejado posible a la imagen que cualquiera pueda hacerse de un prototipo de ganador de Eurovision. La que me mira desde el espejo se alegra de que, poco a poco, Europa se vaya liberando de los anticuados esquemas de sus prototipos.