La carga de la Diva

Las aventuras y desventuras de la Diosa Odiosa, vida de milagro, y otras historias de The Eclectic Library...

viernes, octubre 07, 2005

Botellón

Al Vizconde y a mí nos cita Beth para hacer botellón antes de salir. Ridículo. Ni siquiera cuando era adolescente recuerdo haber estado en la calle como forma habitual de emborracharse. Los amigos con los que salía siempre tenían casa propia o casa de padres vacía para beber, o bebidas gratis en pubs y discotecas...
El concepto es claro, los locales abusan con los precios de las copas (hay que pagar una infinidad de gastos) y los clientes más jóvenes y con un presupuesto inferior no pueden permitirse el lujo de mantener el nivel de gasto. Eso sin mencionar las distintas calidades de las bebidas y del trato. Es más barato comprar cuatro cosas en el supermercado y reunirse con varios colegas a compartirlas en la calle. Una botella de alcohol, en un supermercado cuesta casi lo mismo que una copa en un pub. Así, con lo que cuestan tres copas, se emborrachan cinco críos en un parque.
Sin música, claro. Sin gente alrededor. Pasando frío en la calle (con el consiguiente riesgo de un shock térmico cuando comienza la subida de temperatura que provoca la embriaguez), sentados en el suelo sucio. Como mendigos borrachos. Es cutre.
Además, hay como una regla no escrita que obliga a beber más de lo necesario para alcanzar un punto de diversión y equipara esta al nivel de embriaguez máximo que el cuerpo pueda tolerar. Simplemente, basta con mezclar distintos tipos de bebidas alcohólicas, en cantidades ingentes, en el menor tiempo posible. A cambio, se sociabiliza y se pierde la vergüenza...
Se pierde la dignidad, se vomita en los portales, se grita en medio de la calle, se destroza el hígado, se discute por tonterías, se resfría y se mancha la ropa...
La verdad, casi que paso. Prefiero tomarme algo en casa, después de cenar, oyendo algo de música y planeando la noche con el Vizconde Blazz y seguir en el pub, cuando llegue, quitarme la chaqueta y saludar a todo el mundo, y que los camareros me pongan "lo de siempre" mientras escucho las canciones que nunca pongo en casa y le echo el ojo a alguien al otro lado de la barra...
La que me mira desde el espejo está sacudiendo su coctelera.

Princesas

Me habían recomendado mucho esta película. Bueno, no está mal. Se llama "Princesas" pero habla de un par de putas que se hacen amigas. Habla de la soledad, del fracaso, de las mentiras, del abuso de poder, de racismo, de misoginia, de clases sociales, de amor... Demasiados temas para una sola película. Aunque he de decir que se me hizo corta y eso que dura casi dos horas. El casting, un acierto. De todos modos, Candela Peña, aunque eficaz en su interpretación empieza a cansarme repitiendo una y otra vez en todas sus películas el tópico de la pobrecita chica de barrio, muy buena y un poco tonta, que todo le sale mal. A eso le llamo yo encasillarse, guapa...
El Vizconde Blazz llegó cansado del trabajo y, como llovía, decidimos no salir, a excepción de una sesión de cine. Cuando salí de la ducha y empecé a vestirme, decidió que no le apetecía agravar su resfriado y que prefería quedarse en casa. Yo estaba tan decidida a salir que no me importó irme sola. Cuando llegué al Espai (sí, es allí donde voy a ver películas a veces), le envié un sms para decirle que aún faltaban cuarenta y cinco minutos para que empezara la proyección y que ya no llovía. El Vizconde se decidió finalmente a venir. Mientras le esperaba me dí cuenta del exceso de personal de dos grupos claramente definidos a mi alrededor: parejas de lesbianas y universitarios. Tengo que hacer más actividades culturales los jueves...
La película me deprimió bastante. Las grandes frases que tanto le gustaron al Vizconde ("uno sólo es porque alguien te piensa") me sonaron a tópicos y perversamente familiares, como si ya las hubiera escuchado en alguna película americana.
Si nos vamos a poner todos a auto-compadecernos, apaga y vámonos...
 

Kontuz Kotzebue escribe para The Eclectic Library

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