Botellón
Al Vizconde y a mí nos cita Beth para hacer botellón antes de salir. Ridículo. Ni siquiera cuando era adolescente recuerdo haber estado en la calle como forma habitual de emborracharse. Los amigos con los que salía siempre tenían casa propia o casa de padres vacía para beber, o bebidas gratis en pubs y discotecas...
El concepto es claro, los locales abusan con los precios de las copas (hay que pagar una infinidad de gastos) y los clientes más jóvenes y con un presupuesto inferior no pueden permitirse el lujo de mantener el nivel de gasto. Eso sin mencionar las distintas calidades de las bebidas y del trato. Es más barato comprar cuatro cosas en el supermercado y reunirse con varios colegas a compartirlas en la calle. Una botella de alcohol, en un supermercado cuesta casi lo mismo que una copa en un pub. Así, con lo que cuestan tres copas, se emborrachan cinco críos en un parque.
Sin música, claro. Sin gente alrededor. Pasando frío en la calle (con el consiguiente riesgo de un shock térmico cuando comienza la subida de temperatura que provoca la embriaguez), sentados en el suelo sucio. Como mendigos borrachos. Es cutre.
Además, hay como una regla no escrita que obliga a beber más de lo necesario para alcanzar un punto de diversión y equipara esta al nivel de embriaguez máximo que el cuerpo pueda tolerar. Simplemente, basta con mezclar distintos tipos de bebidas alcohólicas, en cantidades ingentes, en el menor tiempo posible. A cambio, se sociabiliza y se pierde la vergüenza...
Se pierde la dignidad, se vomita en los portales, se grita en medio de la calle, se destroza el hígado, se discute por tonterías, se resfría y se mancha la ropa...
La verdad, casi que paso. Prefiero tomarme algo en casa, después de cenar, oyendo algo de música y planeando la noche con el Vizconde Blazz y seguir en el pub, cuando llegue, quitarme la chaqueta y saludar a todo el mundo, y que los camareros me pongan "lo de siempre" mientras escucho las canciones que nunca pongo en casa y le echo el ojo a alguien al otro lado de la barra...
La que me mira desde el espejo está sacudiendo su coctelera.