La carga de la Diva

Las aventuras y desventuras de la Diosa Odiosa, vida de milagro, y otras historias de The Eclectic Library...

martes, septiembre 13, 2005

Me, myself and I...

Se siente presionada por mis supuestas expectativas y reacciona de un modo hostil. Ni sé qué cree que espero de ella. No puede evitar contestarme una bordería cuando le digo que no quiero pasar por esto otra vez. Lo único que importa es lo que ella siente, lo que ella piensa, lo que ella quiere... Sus problemas son los más importantes, los de los demás son triviales...
Quiere que seamos amigas pero no cree en la amistad y yo... ¿por qué debería entregar mi amistad a quien la valora tan poco?
Egoísta, inmadura, inconstante, testaruda... un dechado de virtudes. Me resulta sorprendente que alguien que hasta hace apenas unos días suplicaba una oportunidad de que yo le volviera a ofrecer mi amistad se permita el lujo de mostrarse tan arrogante.
Me cabrea que las cosas sean así y hoy, al menos hoy, no me interesa lo más mínimo si es que ella es así o es una actitud que toma o si es una defensa o un ataque... Me da absolutamente igual y me hace reventar relámpagos de ira en la cabeza.
La que me mira desde el espejo está masticando piedras y me las escupe a la cara.

El jardín del Edén

Ayer tuve un par de mensajes de la Jardinera. Teniendo en cuenta que respondían al que le envié hace unas tres o cuatro semanas, podría decirse que fue una sorpresa. Cada vez que doy el tema por zanjado, lo reabre. Cada vez que quiero aclarar las cosas, lo lía todo mucho más. Es lo que pasa con la gente que no sabe lo que quiere.
En octubre o noviembre hará dos años que le conocí. A veces parece mucho más. Otras preferiría habérmelo evitado. Yo estaba en el D54 con una amiga, que me andaba haciendo de celestina. Ni podría contar cuánto habíamos bebido... Cada vez que nos cruzábamos con alguna chica mi amiga me preguntaba si me gustaba. Yo tenía excusas para rechazarlas a todas. Supongo que porque sabía que todas ellas me hubieran rechazado. A mi amiga le gusto la Jardinera para mí (mi amiga es heterosexual) y nos paramos frente a ella para "observar el material". Como dos marujas en el mercado estuvimos observando y comentando justo enfrente de ella como si ella no estuviera delante y no nos pudiera oír. Pero era evidente que nos estaba escuchando. Al comentario de mi amiga sobre el aspecto de la Jardinera, yo respondí con alguna frase tipo " sí, vale, muy guapa... del tipo de chica que jamás se fija en mí... además, seguro que no entiende..." . Y entonces la Jardinera decidió intervenir en nuestra conversación para aclararnos, en primer lugar, que ella era lesbiana, que no le importaba el aspecto físico de la gente mucho más que su interior y que sí, que nos estaba escuchando. En otras ocasiones me lo habría tomado como un flirteo, pero el alcohol hace lo que hace y me limité a contestarle con tono hostil y arrogante, que yo no me preocupaba por mi aspecto porque tengo un cociente de ciento cuarenta y cinco, bastante superior a mi contorno de pecho (que también es un número de tres cifras), que la gente no se conoce en las discotecas, si no de día, tomando café (siempre digo eso y yo, de hecho, nunca tomo café...) y que me molestaba que las chicas que no quieren nada me hagan perder el tiempo con flirteos que sólo sirven para aumentar su ego y arruinar el mío, sin buscar ni cortejo ni amistad, sino una simple burla. Me dí la vuelta muy digna y eché a correr, dando saltos hasta el podio, muerta de la risa. Volví a tropezar con ella antes de que cerrasen y me dio su teléfono para que quedasemos a tomar café algún día. Pensé que lo hacía para acallar su conciencia y que me largase. En cuanto se dio la vuelta, borré su número de la agenda del móvil.
Un par de semanas después volví a encontrarme con la Jardinera en la discoteca. Entonces yo estaba bastante más sobria y ni siquiera era capaz de recordarle. Muy indignada me reprochó que no la hubiera llamado y no paró de protestar hasta que yo le garanticé con mi palabra que le llamaría. Todo el mundo sabe que mi palabra es lo único que no puede ser jamás puesto en duda, una persona vale lo que vale su palabra y yo nunca la doy en falso. Así que acabé llamándole. Quedamos varias veces a tomar café (o lo que fuera...), a cenar, al cine, a mi casa... Siempre hubo un sutil flirteo que nunca pasó de las palabras. Siempre acabábamos discutiendo por tonterías. Después de un año de pretendida amistad, tensa y encantadora, de flirteo y de broncas absurdas, acabó confesándome que desde el primer momento en que me conoció había sentido el deseo de conocerme bíblicamente. Eso supuestamente debería haber eliminado la tensión porque era más que evidente que por mi parte también había cierta carga de deseo y aclarar las cosas podía liquidar esa cuenta pendiente que parecía obstaculizar el flujo normal de nuestra relación amistosa. Nada más lejos de la realidad. No sé si avergonzada por haber sido tan lanzada o arrepentida o presionada por sus propias expectativas, eso no hizo otra cosa más que complicarlo todo muchísimo más...
Obviamente me apetecía acostarme con la Jardinera, pero no era una de mis prioridades. Evidentemente, ella también quería, pero su alto grado de represión física y emocional, y su pánico a la intimidad le aterrorizaban de tal modo que se mantenía constantemente a la defensiva conmigo. Opté por obviar su confesión y mantenerme en una linea de cortesía distante para que no se sintiera amenazada. Aún así, esa dinámica de discusiones estúpidas y flirteo que se alternaban de modo constante se repetía sin parar. Tuve que echar el freno.
Traté de aclarar las cosas pero ha sido tan difícil que he terminado por tirar la toalla y hace menos de un mes lancé mi definitivo mensaje de despedida...
Pues ayer, precisamente ayer le dio por contestarme. En su primer mensaje parecía atacarme, un golpe de orgullo para demostrarme lo poco que me necesita y lo superado que tiene el hecho de que en algún momento me desease. Es más, indica que la presión de saber que hay algo pendiente, que ella no siente como que hubiese nada pendiente, era lo que le impulsaba a pasar de todo. En su segundo mensaje, mucho más humilde se disculpaba por el mal trato que para mí pudiera haber supuesto su inseguridad y su contradictorio comportamiento, reconocía que el miedo y el sentirse presionada era lo que le asustaba y le hacía huir, pura cobardía. Me despide con un beso, cortés pero no definidamente definitiva.
Tardo varias horas en responderle, del único modo que se puede responder en este tipo de situaciones. Le recuerdo que jamás he intentado pasar a mayores con ella, que mi comportamiento siempre ha sido intachablemente respetuoso (y eso que cuando estaba tumbada a un palmo de mi, flirteando, sobre mi cama era bastante difícil no saltarle encima...), que jamás he condicionado el hecho de seguir siendo amigas a que pasara nada más que una simple charla amistosa. ¿Que se asusta y corre? Bueno, no creo que fuera por nada que yo hiciera o dijera. Que es obvio que le gusto, por las cosas que hace y dice. Mucho o poco, ni lo sé ni me importa. Que me parece una lástima que eso le trastorne tanto que le impida que seamos amigas y me parece poco comprensible. Que es evidente que también me parece atractiva pero que realmente para mi no hay nada pendiente ni me obsesiona que pase o no pase nada, simplemente me parece que para ser sólo amigas las discusiones son un poco absurdas y que debe deberse a algo. Mi única pretensión era que nos conociéramos y nos llevásemos bien y nunca he cerrado la puerta a que eso pasase pero que es evidentemente una persona muy difícil y que ya no sé que pensar...
Y es cierto, no sé que pensar... Le gusto, no le gusto, quiere, no quiere, es ella o soy yo... Al final, lo de siempre, otro número a borrar de la agenda y casi dos años de mi vida malgastados en intentar adivinar qué quiere alguien que no sabe lo que quiere...
 

Kontuz Kotzebue escribe para The Eclectic Library

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