Rosas rojas
Es bien conocida mi poca afición por el género de las comedias románticas pero, viendo la poca variedad que tenía en la cartelera, opté por la opción menos decepcionante. Al menos con este tipo de películas siempre sabes qué te vas a encontrar. La típica pareja perfecta que por algún absurdo motivo no está junta pero que sabe que su destino es acabar de ese modo. O ya, más tópico todavía, chico conoce chica, chico se enamora de chica, chico y chica se comportan como capullos, chica se da cuenta de que está enamorada de chico, chico y chica se besan y son felices para siempre. Siempre hay alguna variación, claro. A veces el obstáculo es la diferente clase social, otras que uno de los dos tenga pareja, o los obstáculos que crea alguien que se entromete y boicotea el flujo del romanticismo. Vamos, nada nuevo...
Marujita Pérez y yo nos encontramos en una sala pequeña y llena de ancianas. Bueno, cuando vas al cine entre semana y por las tardes, es lo habitual. El anzuelo para picar fue la sonrisa boba de Piper Perabo, una actriz correcta pero no fabulosa, irregular, sorprendente, capaz de hacer verdaderas porquerías como "Bar Coyote" en cuya proyección deberían de regalar armas con dos proyectiles para poder disparar a la pantalla y después suicidarse, o impresionar con la profundidad que es capaz de aportar a un personaje aparentemente simple como el suyo en "Lost and delirious". Bueno, dos escenas, Piper bailando en la barra del Bar Coyote (plz, plz...just give me a gun!!) o recitando a Shakespeare sobre un tejado, con un ave de presa en el antebrazo, a punto de echar a volar...
Rosas rojas, como las que se regalan los enamorados. La leyenda cuenta que las rosas rojas brotaban de una gota de sangre de Venus, o algo así, y por eso son un símbolo de amor. Yo personalmente prefiero las blancas. Y eso si hablamos de rosas, que tampoco son mi flor favorita. Si ese es el motivo del título de esta película o si es la excusa para que una de las protagonistas sea la propietaria de una floristería, es algo que no merece la pena ni comentar. Pasaré por tanto, ya que se trata de una obra de estructura sencilla, a hacer un breve resumen del argumento. Veamos, tenemos a la chica, que interpreta Piper Perabo pero que podría haber sido cualquiera de las que protagonizan comedias de este tipo en Horroorwoood, desde Natalie Portman a Wynona Rider, desde Drew Barrymore o Julia Roberts (con unos años menos) a Irene Jacobs o Julie Delpy, desde Natalia Verbeke a Nuria Prims. Esta protagonista nuestra es una chica dulce y buena que se casa con un buen tipo, amable y simpático. Hasta ahí, todo previsible. Tienen una amigo golfo y canalla que, durante la ceremonia, intenta seducir a la chica que se encarga de hacer el arreglo floral de la boda y que, de un modo poco realista, se pasa toda la boda y casi toda la fiesta posterior allí. Bueno, aquí podríamos tener el principio de nuestra comedia romántica, chico golfo seduce a chica de las flores en la boda de unos amigos. Pero no trata de eso esta historia sino de qué pasa cuando, camino del altar, la novia se enamora a primera vista de la chica de las flores. Claro, cuando la opción es seguir adelante con la ceremonia ya partimos de un gran obstáculo para el inicio de un posible romance. Aquí nuestra chica se encuentra con una atracción sorprendente hacia otra chica, primera sorpresa, y trata de emparejarla sin éxito con su amigo golfo cuando descubre que la chica de las flores es lesbiana, segunda sorpresa, y que su atracción es recíproca, tercera sorpresa. Que deje a su marido por la chica de las flores no es ninguna sorpresa, es previsible en este tipo de películas. Claro, que tratándose de un personaje interpretado por la guapísima Lena Headley (con diferencia, lo mejor de la película), cualquiera no se queda con la florista...
No recomendaré esta película por su gran calidad fílmica ni por las grandes interpretaciones ni por el soberbio guión. No es el caso. Quizás sí por el fetichismo erótico que me provoca Piper Perabo y sobre todo Lena Headley. Digamos que me gusta que, a pesar de utilizar la homosexualidad como excusa dramática para desarrollar el guión, o más bien la característica de que las dos protagonistas sean del mismo género, para ser más exactos, no se utilice el hecho de ser gay como algo negativo ni se le de un valor especial como si fuera algo que automáticamente convierte en fabuloso al personaje que posee dicha tendencia. Podrían ser una pareja heterosexual y aún así el guión tendría pocas variaciones. La anécdota es que las dos sean mujeres pero no es la esencia de la película, lo cual es de agradecer, porque es el tipo de actitud que favorece la normalización del concepto. Lo importante de la trama no es que la protagonista se enamore de otra chica, sino que se enamore de alguien justo cuando acaba de comprometerse con otra persona y de como esta otra persona es capaz de renunciar a su propia felicidad en favor de la felicidad de la persona que ama.
Supongo que volveré a verla cuando la emitan en televisión, aunque no me parece lo bastante memorable como para verla una tercera vez ni tampoco para agregarla a mi filmoteca particular. Una película sencilla y simpática, sin más pretensiones.
La que me mira desde el espejo me regala un lirio y, esta vez, no es el de Van Gogh.
Marujita Pérez y yo nos encontramos en una sala pequeña y llena de ancianas. Bueno, cuando vas al cine entre semana y por las tardes, es lo habitual. El anzuelo para picar fue la sonrisa boba de Piper Perabo, una actriz correcta pero no fabulosa, irregular, sorprendente, capaz de hacer verdaderas porquerías como "Bar Coyote" en cuya proyección deberían de regalar armas con dos proyectiles para poder disparar a la pantalla y después suicidarse, o impresionar con la profundidad que es capaz de aportar a un personaje aparentemente simple como el suyo en "Lost and delirious". Bueno, dos escenas, Piper bailando en la barra del Bar Coyote (plz, plz...just give me a gun!!) o recitando a Shakespeare sobre un tejado, con un ave de presa en el antebrazo, a punto de echar a volar...
Rosas rojas, como las que se regalan los enamorados. La leyenda cuenta que las rosas rojas brotaban de una gota de sangre de Venus, o algo así, y por eso son un símbolo de amor. Yo personalmente prefiero las blancas. Y eso si hablamos de rosas, que tampoco son mi flor favorita. Si ese es el motivo del título de esta película o si es la excusa para que una de las protagonistas sea la propietaria de una floristería, es algo que no merece la pena ni comentar. Pasaré por tanto, ya que se trata de una obra de estructura sencilla, a hacer un breve resumen del argumento. Veamos, tenemos a la chica, que interpreta Piper Perabo pero que podría haber sido cualquiera de las que protagonizan comedias de este tipo en Horroorwoood, desde Natalie Portman a Wynona Rider, desde Drew Barrymore o Julia Roberts (con unos años menos) a Irene Jacobs o Julie Delpy, desde Natalia Verbeke a Nuria Prims. Esta protagonista nuestra es una chica dulce y buena que se casa con un buen tipo, amable y simpático. Hasta ahí, todo previsible. Tienen una amigo golfo y canalla que, durante la ceremonia, intenta seducir a la chica que se encarga de hacer el arreglo floral de la boda y que, de un modo poco realista, se pasa toda la boda y casi toda la fiesta posterior allí. Bueno, aquí podríamos tener el principio de nuestra comedia romántica, chico golfo seduce a chica de las flores en la boda de unos amigos. Pero no trata de eso esta historia sino de qué pasa cuando, camino del altar, la novia se enamora a primera vista de la chica de las flores. Claro, cuando la opción es seguir adelante con la ceremonia ya partimos de un gran obstáculo para el inicio de un posible romance. Aquí nuestra chica se encuentra con una atracción sorprendente hacia otra chica, primera sorpresa, y trata de emparejarla sin éxito con su amigo golfo cuando descubre que la chica de las flores es lesbiana, segunda sorpresa, y que su atracción es recíproca, tercera sorpresa. Que deje a su marido por la chica de las flores no es ninguna sorpresa, es previsible en este tipo de películas. Claro, que tratándose de un personaje interpretado por la guapísima Lena Headley (con diferencia, lo mejor de la película), cualquiera no se queda con la florista...
No recomendaré esta película por su gran calidad fílmica ni por las grandes interpretaciones ni por el soberbio guión. No es el caso. Quizás sí por el fetichismo erótico que me provoca Piper Perabo y sobre todo Lena Headley. Digamos que me gusta que, a pesar de utilizar la homosexualidad como excusa dramática para desarrollar el guión, o más bien la característica de que las dos protagonistas sean del mismo género, para ser más exactos, no se utilice el hecho de ser gay como algo negativo ni se le de un valor especial como si fuera algo que automáticamente convierte en fabuloso al personaje que posee dicha tendencia. Podrían ser una pareja heterosexual y aún así el guión tendría pocas variaciones. La anécdota es que las dos sean mujeres pero no es la esencia de la película, lo cual es de agradecer, porque es el tipo de actitud que favorece la normalización del concepto. Lo importante de la trama no es que la protagonista se enamore de otra chica, sino que se enamore de alguien justo cuando acaba de comprometerse con otra persona y de como esta otra persona es capaz de renunciar a su propia felicidad en favor de la felicidad de la persona que ama.
Supongo que volveré a verla cuando la emitan en televisión, aunque no me parece lo bastante memorable como para verla una tercera vez ni tampoco para agregarla a mi filmoteca particular. Una película sencilla y simpática, sin más pretensiones.
La que me mira desde el espejo me regala un lirio y, esta vez, no es el de Van Gogh.