La carga de la Diva

Las aventuras y desventuras de la Diosa Odiosa, vida de milagro, y otras historias de The Eclectic Library...

sábado, octubre 01, 2005

El rey Pescador

Me encanta esa película, la tengo en mi lista de favoritas. "El rey pescador" es como un cuento, sólo que es un cuento urbano. Cuatro personajes perdidos. Un locutor de radio incapaz de comunicarse y su novia, una esclava del amor. Un hombre que ha perdido la razón y trata de encontrarla a través del corazón de la señorita fracaso, que no es buena para nadie excepto para él. Cuando vi esa película caí fascinada por Amanda Plummer, aunque ya me había gustado en "El Hotel de New Hampshire" y en "Besos de mariposa". Siempre me ha parecido una actriz francamente brillante.
Hay una escena en la que el personaje que interpreta Robin Williams le explica al personaje que interpreta Jeff Bridges (que siempre me ha vuelto loca) la historia del Rey Pescador, que había escuchado en un congreso o algo así.
El Rey Pescador, cuando era niño debía pasar una noche a solas en el bosque para probar su valor, una prueba para poder merecer su reino. Cuando estaba a punto de dormirse, vio en el reflejo de su hoguera el reflejo del Santo Grial y una voz le dijo que eso era el manantial de la vida y el poder de de la bendición de Dios que alejaba el dolor y curaba las heridas de toda la humanidad. Pero fascinado por su brillo, el niño dejó de sentirse como un niño e imaginó que era invencible, vi que su poder era infinito y que todas las naciones se rendían a sus pies. En su delirio estiró la mano para poder tomar el Santo Grial que tan poderoso le haría. Pero lo único qu ocurrió fue que la introducir el brazo en la hoguera, las llamas le devoraron provocándole una dolorosa herida. El niño fue convirtiéndose en hombre y llegó a ser rey. La herida se hacía cada día más profunda y dolorosa. Ninguna de sus experiencias le satisfacía. Y el dolor se hacía cada vez más insoportable. Poco a poco, se rindió y empezó a morir... Agonizaba en el palacio a solas cuando un tonto entró y se encontró con él. Como el tonto era muy ingenuo, no se dio cuenta de que era el Rey, él sólo veía un hombre que sufría, y se acercó a preguntarle si estaba bien y si podía hacer algo por ayudarle. El Rey le dijo que se estaba muriendo de sed y que no tenía agua. El tonto se dio la vuelta, cogió una copa de la mesa, la llenó de agua y se la ofreció al Rey. Cuando este bebió, sintió que sus heridas se curaban y que la vida volvía a fluir por sus venas. Se dio cuenta de que esa copa era el Grial. Entre lágrimas, el Rey le preguntó al tonto cómo había podido encontrar lo que durante años sus caballeros habían buscado sin éxito. El tonto se limitó a contestar que él tenía sed y se había limitado a ofrecerle un poco de agua.
Ha veces lo que puede salvar tu vida es aquello que jamás te has planteado necesitar, lo que nunca pensaste que te podría ayudar.
Por cierto, hoy he recibido un mail de mi Peregrina. Pero es demasiado tarde...

Mil mariposas

Me irrita terriblemente la gente de la noche. Me canso de sus tonterías...
Quien el sábado pasado tuvo de pataleta de celos y a quien le envié un mensaje de solidario apoyo, me da las gracias (a pesar de no haberse tomado la molestia en responderme) y me pregunta si realmente se le veía tan mal. Pues, sí, la verdad, bastante...
Quien me insistió en que me llamaría para tomar un café, pasó de hacerlo. Siempre dice que me va a llamar y nunca lo hace. Es como si ya fuera una costumbre lo de quedar conmigo y siempre me asegura que lo hará, pero obviamente no le intereso lo suficiente como para tomarse la molestia de hacerlo. Es la última vez que le digo nada, seño...
Fuimos pronto al D54 porque el dj de Café Deseo nos dijo que actuaban los Vanity Bear, pero llegamos tarde. ¡Qué lastima! Me hubiera gustado verles. Creo que es una obligación con mi comunidad tener una actitud suportiva con los representantes de la cultura gay. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién? ¿los heteros? Lo bueno fue que a pesar de nuestro retraso, me encontré a un montón de mis ositos, que siempre me dan una inyección de buen rollo.
Estaban también las cuatro serias con las que hablo. La más educada, recién llegada de Barcelona, encantadora como de costumbre ( a pesar de lo fría que suele resultarme su sonrisa). La más cálida me estuvo comentando que había echado un vistazo a este blog y que le gusta cómo escribo. Me sonroja. Me confiesa que le gusta mucho leer y que también escribe e incluso que ha ganado un par de concursos de poesía. Me intenta convencer para que le de algún tipo de utilidad a este don para las palabras que tengo. Me hace reír.
La Profe aparece despeinada y cuando se lo digo me muestra que se ha cortado el pelo. Tampoco hay tanta diferencia y más teniendo en cuenta que siempre lo lleva recogido. Me vuelve a insistir con el tema de volver a estudiar con algo así como que así se me hará grande la cabeza o alguna cosa por el estilo. Teniendo en cuenta mi altura, lo único que me faltaba es que me creciera la cabeza. Blanca, enana y cabezona... ¿como un champignon?
El Vizconde Blazz y yo habíamos decidido retirarnos temprano a nuestros aposentos pero una pequeña molestia física por su parte precipitó nuestra hora de partir. Cuando nos despedíamos de todo el mundo, el pobre insistía en no poder soportarlo más, así que procuré darme prisa. Pero sin precipitaciones, claro...
La Profe me patalea por querer irme tan pronto y al decirle que el Vizconde quiere marcharse me dice que me quede con ellas. ¡Claro! Para que me ignoren, eso estaba pensando. Y justo cuando sabe que me voy a ir es cuando le da el ataque de querer hablar. Nunca cuando tiene la oportunidad. Empieza a cansarme eso de ser absolutamente fabulosa... durante treinta segundos.
Luego los chicos me echarán la bronca y me dirán que no me esfuerzo lo suficiente. Y mi Ezpozo me vendrá otra vez con lo de que no me abro a la gente. Y Tosco con que soy muy dura con la gente. Y el Vizconde volverá a argumentar que el problema es que no voy a sitios de chicas. Y Nus se reirá y me dirá que no es tan difícil, que en cuanto se me conoce un poco todo el mundo me adora... Pero no es así, ya sabes que no...
Y lo he intentado, de verdad que lo he intentado. Hace cinco años que me muevo por el ambiente. Los dos últimos realmente de un modo intensamente presencial. Los chicos tienen un imán hacia mi. No sé porqué. No creo que es por nada especial que yo haga, porque reconozco que a veces se me va la mano con el sentido del humor ácido y puedo llegar a ser bastante ofensiva. Pero a los chicos les encanta. Humor de travesti, supongo...
Con las chicas procuro morderme la lengua y no ser tan borde. Cada vez que me presentan a una intento ser amable y cordial, todo lo educada que pueda. Intento memorizar los nombres y las caras. Intento tomarme algún interés en las cosas que me cuentan, como si realmente me interesase. Si vuelvo a verlas procuro recordar sus nombres y saludarles. No sirve absolutamente de nada. Todos mis esfuerzos por hacer amigas en el ambiente han sido en vano. Debe ser una especie de feromona anti-lesbianas que emito o algo así.
Ni siquiera las serias del D54, que parecían prometedoras, funcionan en ese plano. Sí, vale, todo ese rollo de que soy muy maja y muy lista y todo ese bla bla bla... Pero cualquier cosa que suponga más de tres minutos seguidos de conversación en la discoteca es esperar demasiado. Supongo que si cambiase mis mayúsculas del fin de semana por las amapolas que son lo que ellas hacen sería diferente. Pero no me veo en plan mariposa revoloteando alrededor de la puerta del baño para libar amapolas toda la noche. Igual no importa que haga, pase lo que pase siempre, nunca va a pasar nada.
Seguiré mirando con envidia a todas las lesbianas del ambiente que tienen amigas. Yo tengo heteras y gays, en una cantidad que roza lo insoportable y seguiré escuchando a las chicas quejarse de cómo son las mujeres del ambiente y lo difícil que resulta hacer amigas. ¡A mí me lo van a decir!
A partir de la tercera frase que intercambie, ya empezaré a sentir que sobro. Y poco a poco se me irán las ganas de acercarme a saludar. Y las dos preguntas claves me martillearán la cabeza como tambores de guerra: ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Por qué no funciona? Hasta que me harte y deje de intentarlo...
 

Kontuz Kotzebue escribe para The Eclectic Library

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