Conciliación familiar
El Congreso de los Diputados está lleno de caras de sueño y de prisas. Su presidente, el señor Marín, ha decidido aplicar un horario más europeo a los plenos. Así que hoy los Diputados han tenido que madrugar un poco a cambio de poder salir más temprano. El madrugón que ha sido una de las noticias del día. Evidentemente es muy llamativo que los pobres políticos se tengan que poner a trabajar a las ocho de la mañana. Claro que con ellos también han tenido que entrar más pronto el resto de empleados del Congreso. Como uno de los diputados de ERC recordaba, en las fábricas se empieza a trabajar a las siete de la mañana. O lo que es lo mismo, la dura vida del trabajador...
España es uno de los países de Europa en los que más horas se trabaja. También es de los que peor rendimiento obtiene de esas horas. No se planifica ni el tiempo ni las actividades y eso hace que se malgasten horas y horas de trabajo de la forma más ineficaz, con el consiguiente malgasto presupuestario. Al mismo tiempo, ese desorden provoca que, para que cuadren las cuentas de las empresas, los trabajadores cobren una miseria y trabajen durante cada vez más horas y con peores horarios. Eso repercute en un descenso de su rendimiento y en la proliferación de las bajas por stress y ansiedad y los accidentes causados por la baja atención y el agotamiento. Sin contar con las repercusiones que tiene en la vida de cualquiera el hecho de vivir para trabajar en lugar de trabajar para vivir. Y sin darnos cuenta nos encontramos con una sociedad que trabaja tanto y tan mal que apenas tiene tiempo para descansar, ni para pasar con la familia. Esto aumenta la incomunicación en las parejas, lo que aumenta los divorcios, y la falta de tiempo y el abandono de la educación de los hijos, lo que ha formado una generación de auténticos sociópatas, ignorantes y maleducados. Al final, el único recurso que queda para sentirse un poco persona es soñar con convertirse en uno de esos idiotas que salen en la televisión, que con algún programa estúpido, liándose con alguien o peleando con todo el mundo para sacar a la luz lo más bajo del espíritu humano, consiguen con facilidad salir adelante.
¿Y realmente sería tan fácil cambiar toda una sociedad simplemente reorganizando de un modo más eficaz los horarios de trabajo? Bueno, a veces es la solución más simple la que resuelve el más complejo de lo problemas.
Lo que está claro es que algo debe cambiar en esta sociedad, en el modo en el que nos organizamos, en nuestro orden de prioridades...
Yo la primera, claro, que siempre hay que predicar con el ejemplo. Intentar hacer un mejor uso de mi tiempo y no malgastarlo con actividades inútiles ni con personas que no me aportan nada y que vampirizan mi energía. Tratar de no obsesionarme con el dinero y el modo de llegar a todas partes, sin malgastarlo pero permitiéndome algún capricho de vez en cuando. Esforzarme en mantener el equilibrio de mi ciclo circadiano, regulando mi sueño y mi vigilia y mi desbarajuste de comidas. Pero sobre todo, reconciliarme con la que me mira desde el espejo y comunicarme más con ella.
La que me mira desde el espejo está buscando la llave de todas mis puertas.
España es uno de los países de Europa en los que más horas se trabaja. También es de los que peor rendimiento obtiene de esas horas. No se planifica ni el tiempo ni las actividades y eso hace que se malgasten horas y horas de trabajo de la forma más ineficaz, con el consiguiente malgasto presupuestario. Al mismo tiempo, ese desorden provoca que, para que cuadren las cuentas de las empresas, los trabajadores cobren una miseria y trabajen durante cada vez más horas y con peores horarios. Eso repercute en un descenso de su rendimiento y en la proliferación de las bajas por stress y ansiedad y los accidentes causados por la baja atención y el agotamiento. Sin contar con las repercusiones que tiene en la vida de cualquiera el hecho de vivir para trabajar en lugar de trabajar para vivir. Y sin darnos cuenta nos encontramos con una sociedad que trabaja tanto y tan mal que apenas tiene tiempo para descansar, ni para pasar con la familia. Esto aumenta la incomunicación en las parejas, lo que aumenta los divorcios, y la falta de tiempo y el abandono de la educación de los hijos, lo que ha formado una generación de auténticos sociópatas, ignorantes y maleducados. Al final, el único recurso que queda para sentirse un poco persona es soñar con convertirse en uno de esos idiotas que salen en la televisión, que con algún programa estúpido, liándose con alguien o peleando con todo el mundo para sacar a la luz lo más bajo del espíritu humano, consiguen con facilidad salir adelante.
¿Y realmente sería tan fácil cambiar toda una sociedad simplemente reorganizando de un modo más eficaz los horarios de trabajo? Bueno, a veces es la solución más simple la que resuelve el más complejo de lo problemas.
Lo que está claro es que algo debe cambiar en esta sociedad, en el modo en el que nos organizamos, en nuestro orden de prioridades...
Yo la primera, claro, que siempre hay que predicar con el ejemplo. Intentar hacer un mejor uso de mi tiempo y no malgastarlo con actividades inútiles ni con personas que no me aportan nada y que vampirizan mi energía. Tratar de no obsesionarme con el dinero y el modo de llegar a todas partes, sin malgastarlo pero permitiéndome algún capricho de vez en cuando. Esforzarme en mantener el equilibrio de mi ciclo circadiano, regulando mi sueño y mi vigilia y mi desbarajuste de comidas. Pero sobre todo, reconciliarme con la que me mira desde el espejo y comunicarme más con ella.
La que me mira desde el espejo está buscando la llave de todas mis puertas.
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