La carga de la Diva

Las aventuras y desventuras de la Diosa Odiosa, vida de milagro, y otras historias de The Eclectic Library...

martes, septiembre 27, 2005

El sueño eterno

Hace muchos años, la hermana del hombre de mi vida (que además es una de mis mejores amigas), me regalo un silbato para que lo llevara colgado al cuello. Era uno de esos de supervivencia que se suelen llevar cuando vas de acampada y que está hueco por dentro para que puedas anotar tus datos personales por si te pierdes y te encuentran inconsciente. En ese momento me hacía gracia porque yo siempre estaba perdida o inconsciente o las dos cosas...
Cuando me lo regaló me hizo la broma de la película "Tener y no tener", en la que Lauren Bacall, seducía a Humprey Bogart en una escena con esta frase: "Conmigo no tienes que fingir. No tienes que decir nada. Si me necesitas, silba. Sabes silbar, ¿no? Sólo tienes que juntar los labios y soplar. Y yo acudiré a tu llamada. ". Y así, mi amiga de ojos esmeraldas y mirada brillante, imitaba a la actriz haciéndome la escenita.
Erróneamente identificaba la escena como parte de "El sueño eterno" y yo tuve que cargarme todo el encanto del momento corrigiéndole y recordándole que la escena era de "Tener y no tener", que en ambas películas la pareja protagonista era la misma. Cinefília manda...
Anoche estuve casi cuatro horas hablando con ella. Le llamé yo, que soy así de idiota. No sabía nada desde que estuvo en mi casa y me estaban empezando los ataques de paranoia.
Al principio hablamos por hablar y acabamos hablando de todo lo que había pendiente. Si sirvió para algo o no, es algo que nunca sabré...
Fue difícil, lo es... Supongo que siempre va a serlo. Me cuesta hacérselo entender, tengo que medir mucho mis palabras y anoche sólo dormí tres horas, así que no estoy en mi mejor momento de forma mental.
¿Cómo voy a hacer fácil lo difícil? Es imposible. Hago mi lista mental y trato de explicarle para que me entienda que:
1. El hecho de que seamos o no amigas no depende de mí, no depende de ella, pero depende de las dos.
2. El hecho de ser amigas NO tiene nada que ver con que me guste o no me guste.
3. El hecho de que me cueste ser amigas viene condicionado por su traición y mi rencor, que es realmente lo que me impide volver a confiar.
4. Que me incomode que constantemente hable de las chicas con las que está no tiene que ver con los celos, es una cuestión de buen gusto.
5. Que no voy a comprometer ni un ápice de mi empatía, energía e intimidad con una persona que no esté dispuesta a hacer lo mismo. Llamar "amiga" a alguien que no cumple los requisitos mínimos que exijo a cualquiera para darle mi amistad me parecería una falta de respeto hacía mí misma, por venderme tan barato y al resto de mis amigos, por no valorar lo que ellos sí están dispuestos a ofrecer.
Y la lista sería infinita... Lo que está claro es que no puedo evitar tener una debilidad con ella. Y ella sabe perfectamente que me gusta, eso lo sé. Del mismo modo que yo sé que no le gusto. Y no hace falta ser adivina para echar un vistazo a sus ex y al espejo y darme cuenta de que no tengo ni la más mínima posibilidad de que alguna vez sea recíproco. No podría conseguir ni siquiera un beso pillándola ciega. Es más, tampoco lo intentaría. Porque en la vida siempre hay un momento en que tienes que elegir qué tipo de relación tienes con cada persona. Y yo elegí a los dos segundos de conocerla (por cobardía, por darme inmediata cuenta de que no le gustaba, porque en ese momento ella estaba con alguien...) que la ÚNICA relación que yo tendría con ella sería puramente amistosa. Lo que nunca supuse es el modo en que esa relación fue estrechándose hasta hacer de una simple conocida alguien a quien yo consideraba mi mejor amiga, ni cómo esa persona sería tan estúpida de abrir una caja de Pandora que ninguna de las dos hemos sabido cerrar después, ni que una vez abierta sacaría todos los demonios que acabaron con nuestra amistad y le convirtieron en una desconocida.
Vale, aceptemos el hecho de que se equivocó. Todo el mundo se equivoca. Yo suelo ser indulgente con los errores humanos porque constantemente ando metiendo la pata, pero este es de los que más me ha costado pasar por alto. Imagino que porque la herida nunca se ha cerrado del todo, porque hizo que cambiase la visión que cada una de las dos tenía de la otra y eso nos hizo totalmente diferentes.
Lo que no se dice no existe, es así de simple. Una pregunta sin respuesta que nunca es formulada no genera dudas. Que yo supiera que no le gustaba a una amiga de la que sólo pretendía ser amiga no me suponía ningún problema. Que me hiciera confesar que me gustaba a pesar de no gustarle, sí. De repente, sin que yo hubiese pedido nada, me veía rechazada y eso que ni siquiera tenía que decirlo. No es lo mismo saberlo a que te lo confirmen. Que jugase con esa información y la utilizase para aumentar su poder sobre mí me resultaba humillante. Eso no se le hace a una amiga....
De repente sacó a la luz todas mis inseguridades y mis miedos y volvió a dar fuerza a fantasmas con los que yo había peleado durante años. Me sentía sobre-expuesta, burlada, ofendida, rechazada, despreciada, avergonzada, humillada... ¡y eso que yo no había pedido nada!
Y otra vez era la más bajita del equipo de baloncesto, la más gorda en una pandilla de tías buenas, la única sin estudios en un grupo de amigos universitarios, la chica de barrio que se mordía las uñas y caminaba de puntillas por miedo a estropear la fabulosa alfombra persa de la madre de su novio de familia bien...
¿Y todo por qué? Sólo por haber sido sincera, honesta y leal con una amiga. Un precio muy caro, en mi opinión.
Y meses después vuelve como si nada, con un simple "He vuelto, ¿no?" que se supone lo arregla todo. Y me recuerda a mi madre y me revuelve el estómago y me da miedo volver a caer en la masoquista trampa de querer a quien no te quiere y te utiliza. No se puede querer a alguien egoísta, no se puede tener ningún tipo de relación con alguien así.
Le digo que estamos a prueba pero como vuelvo a hablar con ella, le parece que todo es como antes. Supongo que porque no me ve la cara. Esta cara.
A veces no puedo evitarlo y me dejo llevar, pero la que me mira desde el espejo me grita "¡kontuz, kontuz!" y entonces me acuerdo y vuelvo a levantar la muralla. Y no es un ataque, simplemente me defiendo de alguien que no se compromete con nada ni con nadie, que tiene como única prioridad su propio bienestar, que tiene un pánico atroz a la intimidad, una persona egoísta e inestable que sólo puede acabar resultando un factor distorsionador en mi equilibrio.
Y lo peor es que mi naturaleza ( o mi debilidad por ella, o las dos cosas...) me incita a perdonarle. Perdonar a los otros es perdonarte a ti mismo y te libera de la pesada carga del dolor y el rencor. Pero sé que no sería capaz de enfrentarme a una nueva decepción y ella exige una tregua sin condiciones, sin ofrecer nada, sin garantías...
Todavía me estoy planteando si podré enfrentarme a esto, si realmente me valdrá la pena. Cada persona que pasa por mi vida condiciona la relación que tengo con los demás, me cambia, me influye... Así, el hombre de mi vida me enseñó a no odiar a todo el mundo y a tratar de buscar lo que cada cual tenía de bueno y J. me enseñó a quererme y a buscar lo que yo tenía de bueno y lo que yo era capaz de dar y la Mexicana Mala me enseñó a rendirme y me arrebato toda la inocencia que me quedaba y me hizo perder la fe en la gente que tanto le costó a Efraín inculcarme. Ms Missie me enseñó las reglas del compromiso y Nus a diferenciar entre amor y sexo. My Snuggle Bunny me enseñó lo que era ser querido con cariño y ternura. Mi loca favorita me enseñó a respetarme y Tuzz me enseñó a hacerme respetar. Mis padres me enseñaron a salir corriendo. My Sweet Shabashini me enseñó a diferenciar la persona que soy de la que los otros ven... Algunas lecciones las tengo muy sabidas y otras todavía estoy aprendiéndolas y me cuesta, me cuesta...
Cuatro horas de conversación dieron para mucho. Estaba agotada cuando colgué. Un par de veces estuve a punto de flaquear con el llanto (últimamente estoy super llorona...) pero traté de contenerme. Supongo que la voz no me resulta tan fácil de controlar como antes. Fui sincera, dije lo que pensaba. Fui honesta, traté de explicarme y de hacerme entender. No sé si me entendía, no sé si lo pretendía. La mayor parte del tiempo me da la impresión de que estoy hablando sola y de que lo que le digo le entra por un oído y le sale por el otro. Apenas dice nada. Se limita a observar, dice. ¿Y qué se supone que debo hacer yo, adivinar?
Hoy hemos vuelto a hablar. Evidentemente, más breve. Trata de combatir mi pesimismo pero reconozco que no es fácil. Estoy en una fase oscura y de descenso y tener que afrontar la presión que supone una reconciliación no me ayuda. Especialmente cuando se trata de volver a hacer sitio en mi vida a alguien que no se siente en la obligación de hacer o decir nada para merecerlo. Supongo que soy de esas idiotas que después de una tormenta, necesita un arco iris, no me basta con el Sol. Y su falta de interés me echa para atrás, no voy a negarlo.
En un momento dado (y a pesar de que en infinitas ocasiones le he prevenido de lo inconveniente que considero que lo haga...) para intentar motivarme hacia el optimismo, se relaja en el flirteo, baja el tono de voz, me suelta una par de frases en valenciano... Y me molesta tanto que le contesto alguna burrada. La verdad es que sí me ha molestado mucho, se me ha hecho un golpe bajo, por mucho que diga que no se da cuenta y de que no lo hace a propósito. Una persona tan poco afectiva físicamente y con tantos problemas para intimar con la gente que flirtee con tanta facilidad... se me hace digno de terapia, la verdad, porque ya he conocido casos parecidos. Ha sido en ese momento cuando he decidido dar la conversación por terminada.
He estado pensando en mis amigas, las que de verdad lo son, antes de empezar a escribir esto. No encuentro mi silbato pero no paro de silbar...
 

Kontuz Kotzebue escribe para The Eclectic Library

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