Shy girl
La última vez que fui a un concierto estuve viendo a Ani Difranco en la sala República. Hace una eternidad. Ahora suena en mi ordenador, cantando "Shy girl". Ani Difranco me recuerda a My Sweet Shabashini que siempre cantaba "Both hands"...
Una chica tímida, de las que se sonrojan cuando sonríen, de las que atropellan las palabras al hablar con alguien que no conoce... ¡Quien diría que yo soy así!
A todos mis amigos les ha sorprendido darse cuenta de lo tímida que puedo llegar a ser cuando no estoy en un entorno en el que yo controle la situación. Siempre me salva la máscara de la diva. Es fácil ridiculizarme y hacerme pasar vergüenza pero es bastante difícil darse cuenta.
Anoche salí de buen humor. Estaba de fiesta con el Vizconde Blazz. Me apetecía divertirme y parecía estar consiguiéndolo. Como aún no había tomado nada, me acerqué a la barra del Adn para pedir mi verde habitual. Junto a mí estaba la chica que me da vergüenza saludar, bromeando con la camarera con la que yo le había visto liarse la semana anterior. Intento que por un segundo, me haga el caso suficiente como para pedirle una copa. Pero la chica que me da vergüenza saludar le dice que yo no quiero tomar nada y se va al otro lado de la barra. Se ríe de mí, intenta abrazarme, se burla, se burla de mí...
Me deja tan cortada que apenas sé cómo reaccionar. Y ya me noto como la rabia roja me está invadiendo la cara, confundida con la escarlata vergüenza, así que me doy la vuelta y me voy hacia el otro lado de la barra, en busca de otra camarera que no se divierta tomándome el pelo. La chica que me da vergüenza saludar se da cuenta de que es por su culpa e intenta retenerme con una disculpa poco sincera. Se ofrece a pagarme la copa pero la camarera ya ha cogido mi billete. No aceptaría una copa suya de todos modos...
Cuando cruzo el puente de Serranos para ir al D54 me las encuentro de frente y me paso a la otra acera hacer para no cruzármelas. Me da vergüenza...
Así, tan fácil, me arruinó la noche. A veces basta un mal gesto, una broma que no pillo, un comentario ligeramente despectivo, una calabaza de alguien a quien ni siquiera he intentado tirarle los trastos, no sentirme a gusto con la ropa que llevo ese día, encontrarme con alguien que no me dirige la palabra, que no me suban los verdes, que no se me estabilice la auto-estima, que alguno de mis arranques de diva haga más daño del que pretendo a quien no pretendo hacer daño... ese tipo de cosas me arruinan la noche.
¡Qué tonta! La diva que es capaz de hacer callar a cualquiera con una sola palabra resulta que no deja de ser la colegiala que suspendía asignaturas porque le daba vergüenza hablar en público en los exámenes orales y en las exposiciones de trabajos trimestrales. Dando vueltas por las tiendas por no acercarme a preguntar a las dependientas... Al final va a tener razón Leonor Watling cuando dice que somos lo que fuimos en el patio del colegio...
Acariciándome el puente de la nariz para esconder la sonrisa cuando me sonrojo, así era, así soy... Pequeña, cobarde, torpe, rarita...
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