Algunos problemas amenazan la paz de mi hogar. El Vizconde Blazz y yo hemos tenido una pequeña discusión sobre el modo en que se rige nuestro acuerdo de convivencia. Las normas iniciales se resquebrajan con un crujido seco y las pautas de conducta se desdibujan. Lo que en principio parecía un buen acuerdo se ha ido deslavazando por los dos grandes enemigos: la confianza y la convivencia.
La convivencia no es fácil. Yo no soy una persona fácil. Mis hábitos domésticos, mi comportamiento obsesivo, mis constantes cambio de humor, mi rencor ante cualquier pequeña ofensa, mi falta de paciencia, mi dominante modo de entender que las cosas sólo salen bien si se hacen a mi modo... No, en absoluto es fácil convivir conmigo.
No entraré en detalles pero todo lo que en mi caso es por activa, en el caso del Vizconde es por pasiva (ahorraos el chiste fácil...), y eso hace que tampoco sea fácil convivir con él a veces. Al menos para mí.
La confianza es mucha, pero al mismo tiempo, ese poder de saber que puedes decir cualquier cosa también es limitado. El hecho de que el Vizconde Blazz y yo seamos amigos hace que muchas veces evite comentarios que puedan tomarse como reproches y comentarios que puedan iniciar una discusión. O sea, que acabo tragando con todo hasta que me harto y exploto.
La que me mira desde el espejo se esconde para que no le salpique.
Kontuz Kotzebue escribe para The Eclectic Library
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