Aviéntame...
Encuentro en los archivos de Imdb el perfil de mi Peregrina. Todos los días busco en mi correo alguno suyo...
Cuando yo era la Cautiva del Laberinto sólo podía ilusionarme saber que mi Peregrina iba en busca de la luz, que algún día podría iluminarme, y fui tan ciega que al tener esa luz delante me dejé cegar y dejé que me devorase el dragón...
Conocí a mi Peregrina en Madrid, pero le conocí mucho antes. La primera vez que la vi, su silueta recortada contra la luz de la ventana le confería un aura divina. Si ya le quería mucho, ahí es donde me enamoré. Estaba totalmente hipnotizada por su voz grave y su acento extranjero, por sus ojos de mar de invierno en los que no había sitio para las mentiras. Su ilusión, su sentido del deber, su honestidad, su bondad, su alegría de vivir... era el bálsamo de todos mis males. Pero su cobardía fue mi mayor dolor. Aún hoy recordarlo sigue abriendo pequeñas grietas en la pared de piedras que me aisla.
Y tú sabes, Peregrina, que mis lágrimas siempre fueron sinceras, que hice cuanto pude por no derramarlas, pero que crecieron hasta llenarme como un mar y desbordarse. Y tú pudiste salvarme, porque sólo tú podías hacerlo, y me diste la espalda. Se te llenó la boca de excusas pero quien nunca miente sabe que sus excusas siempre suenan a falsa verdad. Y te fuiste alejando y pretendías que yo siempre estuviera ahí, pero a mí se me llevaba el río de la vida, lejos, lejos... hacía el oscuro profundo mar...
Yo quería ser fuerte y quería salvarme ( y tú me mandaste "No te salves" de Benedetti por mi cumpleaños...) y quería quererme como tú me querías porque yo te quería mucho más de lo que ninguna de las dos nos merecíamos (a los hechos me remito). Y me decías que me querías (delante de tus amigos) y me lo hacías sentir (a solas, a solas). Y yo me levantaba cada día sólo por ti y quería ser más fuerte, más guapa, más inteligente (por ti, sólo por ti) y hacer miles de cosas para que te sintieras orgullosa de mí, para ser la mujer que yo creía que tú te merecías. Pero nunca lo conseguía, sólo me sentía más débil, más estúpida, más fea y ya no me apetecía hacer nada porque tú me estabas partiendo el corazón. Y yo, que siempre voy de cerebro por la vida, soy sólo corazón y sin eso ya no soy nada.
Sabes que nunca jugué contigo, que siempre fui sincera. Incluso cuando tenía el corazón dividido (y tú te empeñaste en conocer a quien te arrebataba la mitad de mi corazón), a pesar de que no hubiera ningún compromiso, ninguna obligación. Y me llorabas por teléfono porque decías que te dolía que hubiera alguien más, cuando sabías que una palabra tuya habría bastado para que nadie más cupiera. Pero te acobardaste y no tuviste el valor de decirme lo que sentías, lo que yo necesitaba escuchar. Café Tacuba cantaba "Aviéntame" y lloro cada vez que escucho esa canción porque me recuerda a ti, porque me la mandaste en sustitución a las palabras que no decías.
Cara a cara sabía que te avergonzabas de mí, porque me lo hacías sentir, porque era tan obvio que no te sentías orgullosa de mí cuando tus amigos estaban delante, y tu tacto era tan frío en público... Y me engañaste al decir que fueron mis dudas lo que te pesó a la hora de decidirte por mí, porque tú sabías de sobra que a ti te quería mucho más. Ella se moría de celos sólo con la sombra de tu nombre. Pero eso no significaba nada para ti. Siempre metida en tu coraza de valor, que sólo te quitaste cuando ya me habías quitado del medio.
Siempre que pienso en ti, me acuerdo de tus ojos de mar de invierno...
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