La carga de la Diva

Las aventuras y desventuras de la Diosa Odiosa, vida de milagro, y otras historias de The Eclectic Library...

sábado, agosto 27, 2005

In vino veritas

Hacía tiempo que no me despertaba con una resaca tan dolorosamente brutal y total, sólo había tomado cuatro verdes. Teniendo en cuenta que son partes iguales de azul, zumo de piña y Malibú y que el Malibú sólo tiene veinte grados, es poco comprensible que me hiciera tanto efecto. Claro que, si tenemos en cuenta que en todo el día solo había tomado un par de vasos de leche y cuatro tortitas de arroz, es más fácil entender porqué acabé dando tumbos por el rellano de mi casa.
Encima, mi prima me dejó al cuidado de su amigo, que no habla una palabra de español y al que no sé ni como me apañé para hacerle de cicerone con mi más bien pobre francés de turista. Él decía que me entendía pero a mi me daba la impresión de que me inventaba una palabra de cada tres. Al fin y al cabo, todo el francés que sé lo aprendí en un año de instituto (una hora por semana) y en las visitas a mi familia en París, mucho cine y música en francés y, por supuesto, Ms Missie en mi año de fuga. Pero parece que retengo bien y que he sido capaz de recordar muchas cosas que había olvidado que sabía. A veces, tener buena memoria no es una maldición.
He tenido un sueño muy extraño. No sé si debido al alcohol o a pasarme toda la semana viendo vídeos de Mylène Farmer. En mi sueño estaba en una mina de sal, rodeada de montañas blancas. El Sol brillaba intensamente haciendo que cada pequeño cristal brillase como una estrella. De repente aparecía Mireille Mathieu, con un vestido de terciopelo negro y un enorme lazo blanco al cuello, como una niña. Sólo que aparentaba más de cincuenta años. Me señalaba unas maletas de cuero negro que estaban enterradas entre las montañas de sal, formando una perfecta cuadrícula y me ofrecía lo que había en su interior. ¿Qué había en las maletas? Corazones sangrantes, corazones humanos que sangraban. Venga, Doctor Freud, analize this!
En mi opinión, totalmente subjetiva, la mina de sal es una discoteca y los brillos son los del láser contra la bola de espejos. Mireille aparece como niña vieja por el amigo de mi prima, que ya ronda los treinta y cinco y estaba entre mis amigos de veintipocos. Las maletas de cuero negro son personas, están ordenadas por mi compulsión por la organización social y los corazones sangrantes tienen que ver con el dolor y la soledad. Bueno, es una explicación como cualquier otra. Se aceptan sugerencias.
Se supone que el alcohol abre las puertas para que salgan las verdades pero la verdad, a mí sólo me sirvió para morderme la lengua. En todos los sentidos...
 

Kontuz Kotzebue escribe para The Eclectic Library

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