Carpe diem
Despierta desde las cinco de la mañana para compensar el desequilibrio en mi ciclo circadiano. Según el Vizconde Blazz debería aprovechar para cambiarlo y volver a dormir por las noches. Aprovecha el día, que a quien madruga Dios le ayuda y todas esas cosas... Pero siempre he sido un ente nocturno y a la Diosa Odiosa parece gustarle.
Aprovecho para hacer ese tipo de gestiones que sólo se pueden hacer por la mañana, como ir al banco a pagar recibos o llevar algún currículum (para cuando me den el alta y deje de ser una minusválida pendiente de certificación). También he estado de compras para la casa, que ya se sabe el gran tópico de las mujeres y las compras. En mi caso ha sido un bote de decapante, barniz transparente, aguarrás y un paquete de pipas. Si alguien quiere imaginar que voy a hacer con todo eso, es más que evidente. Quería ir al óptico a que me arregle las gafas que me cargué hace dos semanas porque he visto que ya ha vuelto de vacaciones pero ya no me ha dado tiempo. También he estado echando un vistazo a los plazos y precios de matrícula para volver a estudiar este año pero no he decidido nada todavía. Mi fuerza de voluntad no es mucha y no tengo apoyos que me motiven y no quiero acabar matriculándome para abandonarlo antes de fin de año. No sé, tengo hasta el quince de septiembre para decidirme.
Lo de estudiar es mi gran asignatura pendiente. Por un lado, me da muchísima rabia desperdiciar mi inteligencia en una vida mediocre por no haber tenido la constancia de terminar una carrera o estudiar algo útil que me permitiera desarrollarme personalmente y encontrar un trabajo que estuviera a la altura de mi capacidad. Por otro, si soy inteligente, ¿realmente necesito tener un papel que me lo confirme?
Es más, mis detractores siempre dicen que juzgo mucho a la gente en base a su nivel cultural (con o sin estudios, que eso no es determinante) y es bastante absurdo que lo haga cuando yo misma paso por una profunda fase de desalfabetización.
Confío en que sea una fase porque realmente no necesito otra característica más de mi que yo pueda criticar o despreciar. La que me mira desde el espejo se está partiendo de risa.
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